Leticia es muy coqueta, nunca se quita los zapatos altos, tiene más de quince pares de variados colores. No va a ningún lado sin ellos, cocina, limpia la casa, lava la ropa, va de compra, baila, va a su trabajo, hasta hace el amor con su marido. Ella justifica esta obsesión, pues sin ellos alega que se desconecta de la ciudad encantada, donde los deseos se le hacen realidad. Sus zapatos son el puente entre la realidad y la fantasía. Ahora que está embarazada el médico le prohíbe usarlos. Leticia tendrá que recurrir al cordón umbilical del bebé para mantenerse conectada a su mundo mágico.
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