Coincidían tan poco que hasta parecía que coordinaban para no verse. El ritual consistía en hacer cálculos a base de suposiciones: «tal vez hoy nos veamos», «¿qué pasaría si…?», «te lo iba a contar», «nunca voy a ser lo que deseas que sea».
Y fue así como la inconstancia de sus encuentros los llevó a acostumbrarse a la ausencia.