Cuando la mañana nació de noche,
una mañana oscura de derroches y pasiones
inútiles, desprendieron de mi ser
la conciencia más violenta e indeseable,
la marca del poeta que se abre,
la del poeta hundido lejos de las relaciones
lejos de los vínculos que se reparten.
Solidarios almacenes de lluvias
que no saben cuál es el monto.
Del niño, que a las miradas se esconde,
que mama de sus padres,
que extrae de su tierra
y se siente que sabe
y se regodea.
Mundo de impostores,
de falsos fundadores.
Ya no hay sembradores y la cosecha se acaba.
Moriremos de sed entre
las alucinaciones de nuestra sábana.
Mañana con faz de noche,
me robaste con tu desfile de fantoches
la ilusión de la esperanza.
Me quedo ahora con la lucha incauta
con la valentía de la ignorancia.
La violencia sorda del silencio trama
el escape, la fuga, la furia que se desata.
No es frustración hecha palabras,
ni la presente negación,
negociación de justificantes
Es el mundo por el que camino
Conciente de que pago por el agua y la tierra,
el trabajo y la siembra.
Poco reditúa tanto trabajo.
En poco… ¡qué digo poco! ¡mínima cosecha!
Mientras otros se hacen ricos recuadando
a través de la ignorancia y la insolencia…
¡Ya caerán de nuevo, caídos, caerán de nuevo!
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