Ser serpiente


Ser joven otra vez

y poder equivocarme de nuevo

ver todo con

nuevos ojos

otros ojos que no

son

estas tristes y cansadas celdas

de mirada descreída y maliciosa

que siempre

siempre

desconfían y no saben ya

quién es ése

que se mira afeitándose

y duda

si apretar un poco más

la cuchilla en el cuello

poder                   volver                   a creer

limpio

y abierto

como la mano tendida de un niño

a su padre

y pensar

que todavía se puede

y pensar

empezar de nuevo…

ser serpiente

que muda la piel y deja

entre rastrojos

—estos ojos—

estas cicatrices y durezas

que tanto hablan de mí.

No sabes cómo me fascina…


No sabes cómo me fascina
traspapelar mis manos en tu rostro,
en tus mejillas,
en tus labios,
en tu boca.

La contextura frágil,
sigilosa y descarada de tu bella faz,
de tu cuello exquisito.

Recorrer mis manos en tu cuerpo,
de los pies a la cabeza
y confirmar que sí, mujer,
eres la que yo busqué,
con las manías requeridas
para encantarme,
amarte
y
abrumarme.

Sus besos se quedaron en mi cuello


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por Reynaldo R. Alegría

 

ADVERTENCIAS IMPORTANTES

En caso de que alguna vez decida regresar a recoger sus cosas…

Sus besos se quedaron en mi cuello.

Adheridos.  Incrustados en la piel.  Con vida propia.  Y me toman desprevenida.  Me seducen.  Me acarician.  Me hacen cuentos que no creo.  Me despiertan en las noches.  Me hablan de usted.  Pero solo logran recordarme a otros amantes.  Buenos amantes.  Sus besos fueron mejores que usted.  Con vida propia.  Como las malas compañías.  Que pueden más que ellas mismas.

Sus besos me queman el cuello.

Cuando quieren.  Cuando les viene en ganas.  Me penetran las entrañas.  Me inundan de orugas el esófago.  Sin control.  Haciendo promesas de alas.  Pero solo consiguen hacerme recordar otros besos.  Mejores que los de usted.  Entonces levito.

Aunque es involuntario, me quedo con sus besos.

Porque me gusta que me capturen.  Cuando no lo pienso.  Que me coronen.  Que me derritan.  Que me transporten,  A donde nunca he ido.  Por eso me quedo con sus besos.  Porque se quedaron.  Porque me gustan sus besos.  Los buenos besos.  Los del cuello.  Que no son de usted.

Si alguna vez usted decide regresar a recoger sus cosas, sepa que puede llevarse todo.  Los libros y sus abrigos.  Los recuerdos y sus olvidos.  Su paso corto y su vista larga.  Lo que no puede llevarse, porque nunca podrá, será sus besos.  Esos se quedaron en mi cuello.

CONSERVE ESTAS INSTRUCCIONES

 

Foto: Neck in blue / Cuello azul por Monse