Extraño tanto, hermosa de mi vida, amanecer contigo,
mirar absorto tu aquietante y desmesurada belleza,
palpar la fragilidad y la sagacidad de tu cuerpo desnudo,
tan místico, deslumbrante y audaz, pero tan sereno.
Extraño las caricias que entre dormido me das
cada vez que abro mis ojos y se acelera muy elocuente mi corazón.
Extraño mirar tu rostro y desinhibirme con tu dulce semblante.
Extraño amanecer contigo
y con tu cuerpo entrelazado al mío.
Extraño tanto, amor mío, amanecer contigo…
«Amanecer en Patamares, Salvador de Bahía (Brasil)», fotografía por Alejandro Bolaños.
La pasión hace que nuestras almas salgan de su escondite
y se arrullen con desmesuradas caricias.
Que tu cuerpo no descanse sino sobre el mío,
que mi amor y mi lujuria se abrumen
y se apacigüen cuando estoy junto a ti.
Sensaciones inescrupulosas que trastocan uno a uno
los espacios mínimos de nuestra piel,
cada vez que la intransigente libido nos desequilibra de forma descarada.
En ese momento, cuando las miradas se vuelven infalibles e incitantes,
ahí se completa nuestro mapa de caricias
que, sin estrecheces,
da inicio a mil combates de piel con piel y pura miel…
Pensé que solo vos me extrañarías.
Pensé que solo vos me recordarías,
pero un apabullante y exasperante cúmulo de sensaciones,
placeres y recuerdos me tienen loco y añorándote.
Mi cuerpo y mi ser se abruman con tu impecable y sencilla ausencia.
En ese momento me corroe una vil y mágica sensación
que reafirma que tus besos y tus caricias son imborrables
de mi ser, de mi mente y de mi corazón.
Besos indelebles que me recuerdan que esas caricias
tan sofisticadas las creas diaria y exclusivamente para mí.
Caricias melosas y escabrosas que me reavivan la sensación
de aquellos besos extenuantes que calientan y trastocan
cada milímetro de mi piel y escandalizan a todo mi ser.
Besos y caricias imborrables que hoy
son mi único antídoto para aplacar la tristeza
de no estar junto a vos, mi hermosa mujer manabita.
«Atardecer en San Jacinto, Manabí (Ecuador)», fotografía por Alejandro Bolaños.
Agrietado en tu cuerpo,
sosegado entre tus caricias,
gustoso entre tus brazos,
alegre con tu sofisticada pasión,
vivo abrumado y tranquilo,
con tu exótica y libidinosa sonrisa,
con tus besos extenuantes,
con tu boca y ojos deslumbrantes,
con tu descomplicada y deleitante cintura,
digo con tu exquisita y delirante figura,
te recuerdo, me abrumo y te quiero.
Te recuerdo que me alegras cuando me amas.
Te recuerdo que tú y todo tu ser,
tus olores y sabores, son míos.
Te recuerdo, te extraño y te amo.
Debe estar conectado para enviar un comentario.