I. De Humores Sorprendidos
Ese día se despertó tarde
y sin quererlo de sí mismo se rió.
Se acordó de los pesares insinuantes,
los cobardes que le persiguieron la noche anterior.
En el fondo retumbaban
las heridas y los males,
se sorprendía con migajas
su instinto depredador.
Con enojo se alió a sus temores
estrategia peligrosa para quien no controle sus humores,
explosivas se tornaban sus movidas,
tan acostumbrado estaba ya a sus relaciones suicidas.
En lo hondo alucinaban
las heridas y los males,
aniquilando sus pocas hazañas
con instinto depredador.
Eran apenas las ocho y diez,
a su alrededor aún no se descubría el sol.
Llevaba llenos de ampollas sus pies,
sus ideas rotas lo encaminaron por donde se omitía el honor.
II. La Raíz de sus Males
Aleluya, aleluya, Dios bendiga sus pecados, los ha críado y manipulado como un padre con sus hijos alegando amor. Santificados sean los reinos tanto en la tierra como en los cielos, en los mares y las tribunas donde se absuelven a los cleros. Dennos hoy el pan de cada día y que el vino sirva para perdonar ofensas o a quienes nos ofenden, para que se extingan del mundo las vírgenes y no se reproduzcan las ciegas directrices. Oh aleluya aleluya simulemos el tic tac del reloj, esperemos con hambre la codicia, la avaricia y la lujuria, el motor oculto que nos hace ser quien somos y nos separa de ese ancestro animal. En el nombre del padre, del cínico y del espíritu sabio, que se exponga nuestro carácter humano, la raíz de todo mal.
III. La Lítost
Se escondían las salidas
los murmullos y semblanzas,
no veía nada más que apatía,
sin refugios ni esperanza.
La miseria amiga
su única compañía,
le permitía con disimulo ser dos:
Lítost.
Aún con penumbra ausente
no podía ser valiente,
en su mar se ahogaba sin motivo ni razón.
Intentó adoptar historias
fantasías y discordias,
nada pudo liberar su obsesión:
Lítost.
Su oración, su antídoto,
su realidad, su depresión,
los colores que nublaban su visión:
Lítost.
Le sobraban tantas sonrisas
las máscaras más desconocidas ,
las lagunas de una mente sin control.
Los anhelos como balas perdidas,
disparaba a las almas amigas,
se clavaba a sí mismo su impaciente decisión.
En su fondo alababa
sus heridas y sus males,
se sorprendía y renegaba
su psicodélica imprecisión.
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