Así como el viento esparce los granos,
la arena escuece en los ojos
ardores de verano que no están.
Ya la juventud pecó todos los excesos
y los costados se quiebran ruborizados.
De ese modo
inquieto y desvergonzado
flotarás en espuma de resignaciones extremas.
Se comprometen todas las vocales
y encaran la abierta aventura de tu cerradura,
el gozne del candado.
Un médano aguarda su cimitarra.
Debe estar conectado para enviar un comentario.