
Cállate. Deja de hostigarme. Cierra la boca de una vez. Me fastidia que uses mis propios argumentos y excusas para burlarte de mí. Eres terco, rencoroso y vengativo. No te detienes por nada. Basta, te disfrutas salirte con la tuya. Soy tu esclavo. Me controlas. No tengo más remedio que archivar mis heridas y silencios. ¡Joder! Hasta cuando insistes en quedarte callado y guardar secretos logras lastimarme. ¿Por qué siempre tienes la última palabra?
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