VIII Encuentro de Poesía, Música y Plástica de Puente Genil


Nota del editor: A continuación, compartimos la reseña del VIII Encuentro de Poesía, Música y Plástica de Puente Genil, en Córdoba, España, por una de las autoras del blog Salto al reverso, Gema Albornoz. Agradecemos su colaboración.

Jazz, Rock & Poesía. Ellas saltaron al escenario. La poesía, la música y las artes plásticas, ellas. Ellas, las diosas desnudas. «El principio formal o remolino incesante de un cuerpo en otro cuerpo». Ellas nos acompañaron en un Aventurado juego de la danza durante el VIII Encuentro de Poesía, Música y Plástica de Puente Genil, en Córdoba, España, celebrado desde el 14 al 31 de octubre de 2021, cuyo ritmo y cadencia se acompasaban con un latido de latidos. El corazón bombeó abriendo puertas y el espacio se tornó una nueva creación. Presentaciones de libros, teatro, música y exposiciones, un tándem que fue único e irrepetible. Unos días en los que el arte, la música y la poesía son una raíz del mismo árbol.

Una mezcla a la que la Asociación Cultural Poética y su motor, Antonio Roa, nos tienen acostumbrados. Un encuentro donde no colisionan las estrellas, sino que transitoriamente se entrelazaban unas estelas con otras. Porque todo lo que importa está en el aire. En un lugar privilegiado y acomodado por el Ayuntamiento de Puente Genil y donde la Fundación Juan Rejano siempre ofrece cobijo.

Cartel del encuentro. Autoría de Víctor Almeda y cuya tipografía es de Miriam Gálvez y José Antonio García.

Han pasado unos meses. Apenas hace unos días he leído acerca de Wolfgang Wiltscho y quienes apuntaron que «las aves migratorias parecían usar el campo magnético terrestre para orientarse» y me he planteado la posibilidad. Con cielos nublados, de noche o de día, los petirrojos se orientan en todo cielo. Pudiera ser que los criptocomos de la retina tuvieran algo que ver. Con cielos nublados, de noche o de día, esta cita en el calendario se ha ido celebrando de un año a otro y avistando el próximo encuentro. Como quienes lo conocen saben, ya que está gestándose en la cabeza de Roa.

El encuentro y sus actividades han tenido unos años con más interés de los medios y otros con menos. Unos años con más afluencia de público y otros con menos. Unos años con unos artistas y otros con otros. Aunque siempre se ha mantenido la esencia de aquella pequeña reunión que nació en una plaza abierta mientras unos y otras compartían lo que tenían. Esas habilidades que poseían y sacaban en el escenario o en el aire.

Este año, el texto de presentación de Víctor Almeda, junto con los carteles diseñados para el VIII Encuentro y el III Premio Internacional de Poesía Juan Rejano, introducían los primeros pasos con autoría de Víctor Almeda y cuya tipografía es de Miriam Gálvez y José Antonio García. Por una parte, el del VIII Encuentro es «una alegoría que intenta unificar lo que puede ser Jazz, Rock con Poesía». En ese juego donde se danzan las diosas, también se intuye la música, Almeda señaló que «no hace falta decir que es un homenaje a la mujer».

La concejala de Cultura, Eva Torres, manifestaba que dicho evento era una de las citas para la poesía más importantes de Puente Genil.

Comenzó el día 14 de octubre con la lectura-diálogo entre Cecilia Quílez y José Luis Torrego. ¿Cómo hablan los libros entre sí? Este pudo ser un ejemplo vívido de ello, con sus autores como voz narrativa.

El día 27 de octubre, Javier Lostalé se acercaba a los estudiantes del IES Manuel Reina con Quien lee vive más.

No fue hasta el 29 de octubre que los actos se multiplicaron. En su inicio, tuvo lugar la inauguración de la sala de Ricardo Molina. La sala cuenta con una colección catalogada y una escogida selección de su biblioteca personal, con unos 3,397 libros, con más de 2,500 libros expuestos. Entre sus lecturas, filosofía, poesía, historia y cultura general. En particular, con una colección completa de Adonáis, de las revistas Caracola y Ciclón, todo donado por su sobrino nieto Antonio Sánchez Molina y familiares.

Momento de la inauguración de la Sala Ricardo Molina.

Ese mismo día, se inauguró la exposición de Ginés Liébana: Creatividad centenaria de Ginés Liébana con 25 obras de su participación en Cántico hasta el 3 de diciembre y custodiada por la Asociación Cultural Poética y en coordinación con el Ayuntamiento de Puente Genil y la Fundación Juan Rejano. Finalmente, las 25 obras han sido donadas por el autor, para que puedan ser expuestas en la sala de Ricardo Molina. Antonio Lara, comisario de Cultura de Villa del Río, ya comentaba que «trabajamos conjuntamente por y para la cultura con estas dos grandes figuras del Grupo Cántico como son Ginés Liébana y Ricardo Molina». Eva Torres manifestaba que «enriquecerán el patrimonio cultural de Puente Genil». Antonio Roa agradecía a Ginés su colaboración por la cesión de la exposición. Ha sido una llamada al pueblo de Puente Genil para darle visibilidad y reconocimiento a su obra. El pueblo ha acudido día tras día desde las 10 hasta las 8 y media de la noche, han participado de los centros escolares y el alumnado de bachillerato de artes donde destacaban las conversaciones telefónicas del alumnado con Ginés Liébana, realizando en vivo algunos de los trabajos que ha mandado el profesorado.

Tras la inauguración de la exposición con autoridades y familia de Ricardo Molina.

Posteriormente, tuvo lugar Elegías, una dramatización dirigida por Sigfrid Monleón, con actuación de Mateo Franco, iluminación de Pilar Velasco y música de Antonio Preto. Una espléndida representación de Elegías de Sandua de Ricardo Molina.

Elegía con Mateo Franco y Antonio Preto.

Durante el sábado día 30 de octubre, por la mañana, en la Biblioteca Ricardo Molina continuaba el evento. «Ellas, las diosas desnudas, son el principio formal o remolino incesante de un cuerpo en otro cuerpo», como narraba Víctor Almeda en ese Aventurado juego de la danza.

Cantar fue un incendiarse hasta la rosa,
ceniza desmandada
sin porqué
.

Juan de Beatriz, Cantar qué (Pre-Textos)

Escribo
sobre los bosques de Polonia que nunca visitaré.
Sobre el dolor flotando en sus nidos, sobre el deseo
de una huida imposible. Sin escalas, avanzando
como un vagón sin máquina
por los últimos bosques de Polonia.

Antonio Luis Ginés. Antonov (Bartleby)

Fue así que se dispusieron a entonar su melodía Antonio Luis Ginés y Juan de Beatriz, durante la presentación de sus poemarios Cantar qué y Antonov, en compañía de los codirectores de El Coloquio de los Perros, Ángel Manuel Gómez y Juan de Dios García.

A las 7 de la tarde se abría una puerta que nos acercaba al movimiento de mujeres escritoras de la Generación Beat con Female Beatness. Primero, con una presentación de A. Robert Lee y posteriormente, con un perfomance de la presentación del libro Female Beatness de Natalia Carbajosa e Isabel Castelao. Joyce Johson, Hettie Jones, Joanne Kyger, Leonore Kandel, Janine Pommy Vega, Elise Cowen, Diane di Prima, Ruth Weiss, Denise Levertov o Anne Waldman. Una catarsis creativa con versos de las autoras Beat personificadas por Natalia Carbajosa y yo misma, y mágicamente acompañadas del cuarteto Crash4Jazz, que embriagaba musicalmente el ambiente para llevarnos a esa época.

Thank you for the cool stream of air

Elise Cowen

I am a woman and my poems are

woman’s: easy to say this.

Diane di Prima

It does not hurt

and it does not not hurt

for pain can only come with joy

Ruth Weiss

And what I heard was my whole self

saying and singing what it knew:

I can 

Denise Levertov

Sobre las 20:15 comenzó el homenaje a Francisco Cuenca Domínguez, conducido por Juan Ortega, con una sentida visualización de una entrevista realizada por su hija y un concierto dirigido por su hijo, José Manuel Cuenca. Y con la entrega de la placa homenaje y la púa de oro, la bandurria de plata entregada por Esteban Morales.

Francisco Cuenca Domínguez, artistas y familiares.

Por un lado, con la bailarina Almudena Roca y, por otro lado, con el cantaor Julián Estrada, el guitarrista Mariano Delgado Cuenca, Mónica Jaén y las bailaoras pontanesas Carmela Cortés, Herminia Domínguez, Inés Rodríguez e Inma Carmona.

El domingo 31 tuvo lugar la presentación de mi poemario Cielo de hojalata (Versátiles Editorial, 2021) del que Natalia Carbajosa realizó un magnífico desentramado. Además, Gema Estudillo y Uberto Stabile hicieron un recorrido por los trabajos de Editorial Garvm y Las hojas del Baobab. Con el último número del año con la poesía de Natalia Carbajosa como protagonistas.

Uberto Stabile y Natalia Carbajosa.

Finalmente, a partir de las siete comenzaría lo que sería la Entrega del III Premio Internacional Juan Rejano de Puente Genil conducido por Guillermo Busutil. Un premio que en esta edición recayó en Animales de costumbres, de la argentina Andrea López Kosak, editado por Pre-Textos.

Conexión en directo con Andrea López Kosak.

El libro lo leyeron las poetas Milena Rodríguez, Bernardita Maldonado, Isabel Pérez Montalbán. Por otra parte, Manuel Borrás, Diego Sánchez Aguilar y Juan de Dios García subieron al escenario a intercambiar opiniones y sensaciones de Animales de costumbres.

Poco después, Busutil daba paso al homenaje a Jesús Arias, en Un jardín contra tu nombre, durante el cual Ángel Manuel Gómez, Diego Sánchez Aguilar, Juan de Dios y Antonio Roa leerían un par de poemas cada uno de su libro póstumo.

María Hames.

Esa misma noche, la luna bajó al escenario y en ella se balanceaba María Hames, mientas sonaba el fagot del Niño Rubén, la viola de Raquel Romero, mientras Rafaela Hames recitaba versos. El concierto final, con la adaptación de algunos poemas de Gloria Fuertes, con la dulce e íntima actuación de Lorena Álvarez y el pianista David Montañés.

Foto de despedida.

Es importante señalar que durante todo el evento se contó con la colaboración de empresas locales como Codimar, Deckoro-Porgesa, Aceites El Canal, Bodegas Delgado y Membrillo La Góndola. Y, cómo no, con el impulso de la Asociación Cultural Poética y el apoyo incesable del Ayuntamiento de Puente Genil y la Fundación Juan Rejano.

Reseña de la presentación del libro «Cielo de hojalata», de Gema Albornoz


Con Natalia Carbajosa. Fotos: Marcos Rodríguez

Nota del editor: Compartimos la reseña de la presentación del libro «Cielo de hojalata», de Gema Albornoz por Natalia Carbajosa, en Puente Genil, España.

Las dos primeras presentaciones las hice en dos de los pueblos que más me han visto pasear, Aguilar, mi pueblo y Puente Genil, el pueblo que me ha adoptado en sus encuentros poéticos, con la Asociación Cultural Poética y Antonio Roa, a la cabeza. Allí, Natalia Carbajosa, quien ya había escrito en el epílogo del libro, me presentó entre los asistentes, amigos y compañeros del VIII Encuentro. Durante los días previos, Natalia y yo conversamos varias veces, profundizamos en algunas cuestiones y en mi propia historia personal. Cuando llegó el momento de la presentación, no hizo falta escuchar mucho para emocionarme.

A medida que iba pasando, la emoción subía a mi garganta. Quería hablar del número de cuidadoras en la provincia, de las cifras que me había facilitado Teresa Luque de ADL, de la visibilidad de la depencia, de los cuidados , de la referencia de un libro que descubrí gracias a la escritora y veterinaria cordobesa, María Sánchez, «Tiempos de cuidados» de Victoria Camps. Tantas y tantas personas con las que me cruzo por la calle que son dependientes acompañados, tantas personas que van a cuidar. Como si dibujasen un recorrido en el suelo, durante esa mañana, se me agolparon a quienes veo, por las calles y se me rompió la voz en más de una ocasión. Tras esa presentación, realicé la lectura de algunos poemas y Antonio Roa, compartió uno de ellos. Fue conmovedor cómo cuando se acercaban a que les firmara el ejemplar, cada uno me contaba sus experiencias, como Javier o Bernardita Maldonado. Mil gracias.

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Para muchos de vosotros, Gema Albornoz no necesita presentación. Sabéis que es poeta, periodista y profesora, y filóloga, inglesa de formación. También sabéis que ha sido durante mucho tiempo, con carnet que lo acredita cuidadora de su madre enferma, hoy, ya fallecida. Así lo confirma el siguiente poema de su libro Cielo de hojalata:

+CUIDADO

He recordado quién era:

un número en una tarjeta morada.

Al lado de mi nombre

se escribe «CUIDADORA».

Como una escama insípida

circula la palabra

por mi garganta.

Tu cama vacía.

Nadie mira las gotas.

Si bien esta condición que la realidad supuso a su día a día, durante 10 años, conforma el contenido del poemario de Cielo de hojalata, esto es, el acompañamiento activo por las fases de la enfermedad y la muerte, ello no justifica por sí mismo la valía del libro. La poesía, como cualquier manifestación artística, tiene que poder defenderse sola, con independencia de los motivos, emociones y reflexiones que la alumbraron.

Pero a la vez, y ahí reside su irresoluble contradicción, la poesía está en la vida, es una “fe de vida”, más fidedigna que cualquier documento oficial firmado ante un notario, incluso cuando miente (tal como nos enseña Pessoa cuando nos advierte: “El poeta es un fingidor” ).

Cuando perdemos a un ser querido, y más tras tanto años de acompañamiento en la enfermedad, de lucha y de renuncia, pasamos de uno de los actos humanos que mejor nos define como especie (el cuidado de los otros) a un vacío que, en realidad, supone una puerta hacia el cuidado de sí. Desde este umbral introspectivo se puede escribir, como desahogo, un diario, por ejemplo. Pero el poeta toma esas palabras de duelo y, con la contención de la técnica lingüística y la imaginación (No estoy seguro de nada, salvo de lo sagrado de los afectos del corazón y la verdad de la imaginación, en palabras de Keats), habita de pronto un lugar desde el que mirar al dolor con otros ojos: Gema Albornoz nos ha dibujado, incluso, el mapa imaginario que conduce a esa nueva perspectiva, como no podía ser de otra manera, desde lo alto, desde un cielo singular y personalísimo: (poema pg. 19).  

Así pues, en Cielo de hojalata, la elegía suena a ritmo de juego, de inversión de roles entre madre e hija, de ese estadio en que las madres cuiden de sus hijos cuando estos son pequeños y vulnerables. Gema Albornoz rescata el tono, el léxico, y con ellos, la sensación de un mundo eterno o más bien atemporal, un refugio de palabras a salvo de lo inevitable, aún cuando, valga la paradoja, la inevitabilidad no se escatima en ningún momento relatada en toda su crudeza:

MUCUS

Romperá la tormenta.

El mucus taponará tu garganta,

provocando el efecto mariposa.

Una pared se despega,

se amplifica el ruido

de la ruina

y la superficie quedará

 desolada caóticamente

 por un doble péndulo.

Se balancea en un columpio

gobernado por la libertad de causa.

El esputo se despega y

se expulsa. Es recibido entre

algodones, en la buena fe de un

pañuelo y su mano.

Un río fluye por tu garganta,

arrastra los sedimentos que obstaculizan

la tarde de hoy.

En este presente extraño, como entre paréntesis, en el que las palabras conjuran la acechanza de la muerte, destacan en muchos poemas, así como en la dedicatoria, la imagen de las manos y su autonomía. Por el ejemplo en el poema Pinzas de cangrejo. «Tus manos aún sujetan/ el pan».

La importancia de las manos cuando todavía son capaces de realizar actos reconocibles (sujetar el pan), me hace pensar indefectiblemente en la novela La caverna de José Saramago. En ella, otra serie de gestos normalmente cotidianos (en este caso, los de un alfarero), son así descritos:

«Lo que los dedos siempre han hecho mejor es precisamente revelar lo oculto (…) Para que el cerebro de la cabeza supiese que los dedos la tocaran, sintiesen su aspereza, el peso, la densidad, fue necesario que se hiriesen en ella (…) El cerebro se pierde perplejo (…) cuando intenta formar palabras que puedan servir de rótulos o dísticos explicativos de algo que toca lo inefable, de algo que roza lo indecible (…) que las manos y los dedos van creando y que probablemente nunca llegará a recibir su justo nombre”.

Saramago alude a una materialidad, a la vez, real y trascendida que, efectivamente, aflora en esta poesía de cuidado de G. A, entre jabones, cucharas, cremas, habitaciones, espacios urbanos insólitos y el olvido en la punta del ovillo que devanan las propias manos de su madre, Parca y sujeto del destino a la vez. Este es el material del que está hechas las personas de Cielo de hojalata.

Antes de dar paso a la poeta, quiera dedicarle aquí, públicamente, un poema de Ana Blandiana (esta escritora también pasó por esta pérdida hace unos años) que resume desde la poesía, por supuesto, esa inversión de roles madre-hija de la que hablaba anteriormente y que Gema conoce desde dentro como ha demostrado al escribir este hermoso libro lleno de sensibilidad:

DEBERÍAMOS

Deberíamos nacer ancianos,

Llegar sabios al mundo,

Capaces de decidir nuestro destino

Y de conocer los caminos que nacen del cruce original,

Y que fuera irresponsable solo el anhelo de caminar.

Después, deberíamos ser más y más jóvenes para llegar

Maduros y fuertes ante la puerta de la creación,

Cruzarla y entrar adolescentes al amor.

Deberíamos ser niños cuando nazcan nuestros hijos,

Para entonces serían más ancianos que nosotros,

Nos enseñarían a hablar, nos acunarían para dormirnos,

Y nosotros nos encogeríamos hasta desaparecer

Como una uva, un guisante, un grano de trigo.

(“Primera persona del plural”, Editorial Visor.)

De ese grano de trigo, Gema has amansado tú este libro que hoy es tu madre.

Natalia Carbajosa.

31 octubre 2021/ Biblioteca Ricardo Molina Puente Genil

                                                                                              VIII Encuentro de Poesía, Música y Plástica organizado por el Ayuntamiento de Puente Genil, Asociación Cultural Poética y Fundación Juan Rejano.

Emociones encadenadas

Con Natalia Carbajosa. Fotos: Marcos Rodríguez

Las dos primeras presentaciones las hice en dos de los pueblos que más me han visto pasear, Aguilar, mi pueblo y Puente Genil, el pueblo que me ha adoptado en sus encuentros poéticos, con la Asociación Cultural Poética y Antonio Roa, a la cabeza. Allí, Natalia Carbajosa, quien ya había escrito en el epílogo del libro, me presentó entre los asistentes, amigos y compañeros del VIII Encuentro. Durante los días previos, Natalia y yo conversamos varias veces, profundizamos en algunas cuestiones y en mi propia historia personal. Cuando llegó el momento de la presentación, no hizo falta escuchar mucho para emocionarme.

A medida que iba pasando, la emoción subía a mi garganta. Quería hablar del número de cuidadoras en la provincia, de las cifras que me había facilitado Teresa Luque de ADL, de la visibilidad de la depencia, de los cuidados , de la…

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Boom, boom


«Una tarde apareció corriendo por la playa un hombre de unos cincuenta años, con pinta de pescador o mariscador. Venía horrorizado y nos gritó descompuesto, pero sin siquiera pararse, que nos quitásemos de en medio, porque por la playa venían los soldados cortando cabezas.
Todos los niños y niñas salimos aterrados corriendo de la playa, buscando refugio».
 Boom, boom (collage y pintura), serie Azules y Rojos, pasado continuo.

Amanece


Amanece un día

como tomando sorbos de niebla.

Sigo pensando en la pasión sin heridas

y la fragancia que me despierta.

Consigues desconectarme de miserias,

o del paso contundente de la vida.

Sigo en la orilla del mar

donde el cielo de pizarra se abre

y tú me desenredas de toda la arena cotidiana.

Ana Blandiana, invitada de honor del VI Encuentro de Poesía de Puente Genil


Nota del editor: Gema Albornoz, autora de Salto al reverso, comparte en este espacio su entrevista a Ana Blandiana. La poeta rumana fue la INVITADA DE HONOR en el VI ENCUENTRO DE POESÍA, MÚSICA Y PLÁSTICA, en Puente Genil, Córdoba, España.

A Ana Blandiana, mi amistad y poesía, agradeciéndole sus respuestas.

La Asociación Cultural Poética brindó un amplio abanico de actividades programadas entre el 1 y el 16 de junio de 2018, en Puente Genil, Córdoba (España). El VI Encuentro llevaba por lema “Poesía y feminismo: una estética de la diferencia” y ha tenido como objetivo dar visibilidad a la mujer dedicada al arte y la cultura a lo largo de la historia. Por ello, se ha contribuido a crear y abrir espacios que ofrecieran a la mujer la libertad necesaria; para expresarse sin ningún tipo de coacción a través de los múltiples lenguajes, códigos, imágenes y símbolos que han utilizado y utilizan en sus creaciones artísticas y culturales, ya fuese en el campo de las artes visuales (plástica, vídeo o cine) o en el de las artes escénicas (teatro, danza, declamación poética, lectura performativa y música), según comentaban desde la organización. Y así lo hicieron, proponiendo lugares de encuentro como La Alianza, el Teatro Circo, la Plaza Nacional o la Plaza de Abastos del Romeral, en un sábado de mercado habitual.

Proyección del cartel del VI Encuentro sobre la Alianza en Puente Genil, Córdoba. Diseñado por Adriana Manuela Ruiz Gómez.

Han conseguido tocar todos los ámbitos desde la poesía, música, teatro, danza, vídeo, plástica y performance con un extenso listado de fulgentes participantes como Adriana Manuela Ruiz Gómez y su proyección Las Danaides, El río de la memoria de Víctor Almeda Estrada, la actuación de Nameless; charlas-conferencias de María Rosal, Ana Rossetti, Chantal Maillard, Julieta Valero, Pablo García Casado o el diálogo entre poetas con Juana Castro, Raquel Lanseros, Cecilia Quílez, Ángeles Mora y Guillermo Busutil. Los círculos concéntricos de Alejandro Céspedes; el ojo que todo lo ve en la obra de teatro de En tierra de George Brant y dirigida por Sigfrid Monleón e Isabelle Stoffel; el concierto íntimo de Miren Iza (Tulsa); el homenaje a “Las SinSombrero” por parte del cantautor Paco Damas; cruzar a la Patagonia argentina gracias a Concha García y estar Entre dos orillas de Argentina y Uruguay con su documental o con su Un brillo del no, espectáculo interdisciplinar con Chefa Alonso. El décimo octavo aniversario de El Coloquio de los perros, la performance Tres mujeres de copa de DesnudArte Creando. Y tener la posibilidad de entrevistar a su Invitada de Honor: Ana Blandiana.

Asistente con el tríptico del evento. Foto: Gema Albornoz.

En Puente Genil, en una preciosa sala del Hotel El Carmen nos emplazó la Asociación Cultural Poética, la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento, la Diputación de Córdoba y la Fundación Juan Rejano a los medios locales, provinciales y digitales, a una rueda de prensa. El motivo de tal convocatoria era la presencia de la poeta, prosista y ensayista de la literatura rumana —e importantísima en el panorama nacional e internacional— Ana Blandiana. Eran las seis de la tarde cuando se escucharon, al fondo de la sala, el eco de unos pasos. Ana Blandiana se acercaba a todos los presentes en compañía de su traductora Viorica Patea. Nos saludó, uno por uno, sonriente y amable, para situarse poco después en la mesa que presidía la sala junto a su traductora. Sobre la mesa unas copas, unas botellas de agua y un cuaderno ocupaban el espacio que invadía con mi móvil, mientras lo colocaba para presentarme, de nuevo, en alto y comenzaba mi ronda de preguntas bajo la luz tenue de un foco centrado en las dos mujeres frente a mí.

Viorica Patea y Ana Blandiana. Foto: Gema Albornoz.

Tras lo vivido en su país, primero ser perseguida y posteriormente a 1989 en condiciones de libertad, ¿cómo fue el proceso de aceptar y entender que tenía que limitar la palabra «libertad»?

Desafortunadamente, los límites de la libertad no son el problema sino el hecho de que la libertad de la palabra disminuye la importancia de la palabra. Antes la poesía tenía el lugar de muchas cosas prohibidas. A través de la metáfora podía expresar verdades que la religión, la sociología, la historia, la filosofía no podían decir entonces, todo el mundo recurría a la poesía. En condiciones de libertad cada una de estas disciplinas recobra su propio lugar y se expresa en su propio lenguaje, con lo cual la poesía ha quedado reducida a un pequeño número de lectores de élite que la aprecia. No es que la libertad, en general, no reconozca sus límites. Recuerdo que me impactó mucho el líder del sindicato polaco Solidaridad, Lech Wałęsa que se comparaba a sí mismo como el trabajador de una fábrica, el presidente de Polonia, decía: “Antes pensaba que lo entendía todo, ahora me doy cuenta que no entiendo nada”. Acerca de la libertad dijo que “en condiciones de libertad, descubrí que en un régimen liberal, el mal se aprovecha mucho más que el bien de la libertad”.

¿Alguna vez ha cedido ante la presión política o literaria para escribir de acuerdo a algunos parámetros o realidades pautadas?

No. No hubiera logrado hacerlo de ninguna manera. (Ríe, negando con la cabeza).

En una entrevista comentó que escribir era tanto «alegría como suplicio», cuando escribe ¿es el momento para enfrentarse a su yo más profundo?

Claro que sí, pero no recuerdo haber mencionado que escribir es una forma de suplicio. A lo mejor, en el sentido de que la alegría de escribir es una consecuencia del hecho de que escribir no es fácil, puesto que la poesía es algo que viene cuando ella quiere. No sabes si se ha acabado o si volverás a escribir, aunque esto te pasara en varias ocasiones, nunca tienes la certeza; así que sí, hay un tipo de sufrimiento, pero cuando escribo, diría más bien que lo hago con un asombro lleno de felicidad porque soy capaz de escribir.

Ana Blandiana. Foto: Gema Albornoz.

En su opinión, ¿quién debe guardar la memoria colectiva de la sociedad?

En la Grecia Antigua, para los poetas, Mnemósine era la Diosa de la Memoria y la Madre de todas las Musas. Todas las Musas eran sus hijas. De modo que Homero era historiador y poeta al mismo tiempo. Me pueden preguntar por qué dos escritores como mi marido y yo, hemos empleado veinticinco años de nuestra vida en crear el Memorial de las Víctimas del Comunismo y de la Resistencia para realizar una institución que guardara y transmitiera la memoria colectiva en vez de escribir nuestras obras. Podría decir que la mayor ambición del comunismo y de cualquier régimen totalitario es el de destruir la memoria. Destruir la memoria es necesario para poder llevar a cabo el lavado de cerebro de todo aquel que está en el poder y quiere el poder absoluto. El comunismo se ha derrumbado como forma de gobierno, pero sus residuos quedan en la mente de la gente. El comunismo también era una sociedad extremadamente secreta, aberrantemente secreta. No hay ningún documento de las persecuciones. Yo he estado y he visitado el Memorial de Yad Vashem en Israel y allí hay documentos en los que se ve cómo los nazis llevaban a cabo esas ejecuciones: filmaban las ejecuciones y las escenas dentro de la cárcel. Puedo decir que la Unión Soviética y los comunistas han sido mucho más perversos que ellos porque no han dejado ninguna huella. Eran mucho más reticentes. Los nazis pensaban que eran los amos del mundo y no tenían ninguna vergüenza de lo que hacían. Pero en la Unión Soviética no fue así, por ejemplo, nosotros no sabíamos que en una época en la que mi marido y yo éramos jóvenes hubo ciento veinte rebeliones de campesinos que se oponían al programa de colectivización de la tierra; se les quitaba la tierra para que no pudieran ser libres, porque la tierra significa propiedad privada y esto confiere un grado de libertad. Nosotros hemos vivido, y éramos contemporáneos a estas ciento veinte rebeliones campesinas y no sabíamos nada. Los agentes del ejército y de la policía secreta iban, rodeaban esos pueblos y empezaban a disparar al azar ante todo aquel que se movía en el pueblo. Y era un asalto como si se tratara de una ciudad enemiga, después, los cuerpos de los muertos se dejaban en la calle para así atemorizar a la población. Y nadie sabía esto, solamente los muertos y sus familias. Entonces, nosotros hemos hecho el Memorial porque pensamos que es importante descubrir la verdad, transmitir la verdad a los demás para así reconstruir la memoria colectiva.

Una cita de su relato La primavera dice «Lo fantástico no se opone a lo real, sino que constituye sólo su representación más llena de significado. Al fin y al cabo, imaginar significa recordar», ¿significa eso que cuando imaginamos recordamos lo vivido en otras vidas? ¿Cómo ha imaginado este VI Encuentro y cómo lo recordará?

Recordar la vida de otra vida es una forma de entender esta frase, pero mi frase tiene otros sentidos. El hombre no es capaz de inventar algo que no existe en realidad, la imaginación es una construcción de fragmentos de realidad según otras reglas. Por ejemplo, una sirena es una mujer que tiene cola de pez; una esfinge es una mujer con un cuerpo de león. Me parece que esos recuerdos de otra vida y esa capacidad de construcción es la esencia de la poesía. Sócrates decía que «aprender significa recordar» y Novalis decía que «estamos más cerca a lo invisible que a lo visible». Y yo me siento bien en esta zona que no pertenece a la vida cotidiana.

Minutos para firma de libros. Foto: Gema Albornoz.

En todo momento, Ana Blandiana y Viorica Patea fueron extraordinariamente generosas para con quienes estuvimos allí: Onda Cero Puente Genil, Manuel Guerrero para Saigón, Sur de Córdoba, Radio Lucena y Radio Atalaya; Ángel Manuel Gómez Espada para El Coloquio de los Perros, Antonio Luis Ginés para Cuadernos del Sur, Guillermo Busutil, Natalia Carbajosa, nuestro infatigable compañero, Santiago Cejas de Digging Dog Studios, realizando la grabación audiovisual del momento o la atenta mirada de Antonio Roa, organizador del encuentro. Y todos mis sentidos elevados —y expuestos— para Salto al reverso, Prisma a la vista, Saigón y para la propia Asociación Cultural Poética a las que pertenezco y desde las que intentaré contaros este VI Encuentro dedicado a la «Poesía y feminismo: una estética de la diferencia» desde muy diversos ángulos.

Junto a DesnudArte Creando y Ana Blandiana al finalizar la noche. Foto: Viorica Patea.

Aquí, y ahora, nos acontece la entrevista de Ana Blandiana como Invitada de Honor del mismo. Agradecidísima a Ana Blandiana y Viorica Patea por la paciente traducción y posteriormente, como he mencionado anteriormente, por su exquisito trato con todos y cada uno de los allí presentes.

Entrevistarla, escuchar la vida de Ana Blandiana aquella noche con Natalia Carbajosa y Viorica Patea. Tener presente a la autora de 16 libros de poesía, dos volúmenes de relatos fantásticos, nueve de ensayos y una novela, por los que ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales, sabiendo que Ana Blandiana es en la actualidad la poeta rumana más internacional o que sus libros de poemas, prosa y ensayo se han traducido a veinticinco idiomas, en un total de ochenta volúmenes diferentes. Oírla recitar mientras los insectos del río Genil buscaban la luz del farol y la higuera se refrescaba con la brisa; esos nimios aleteos alterando la corriente: serían el comienzo de mi asombro de la noche del 15 de junio del 2018.

Sevilla


ElviraMartosElviraMartos (2)

A través del cristal


Luis se asomó a la ventana. La calle hervía de actividad. Se fijó en una figura que empujaba un carro de la compra atestado de cacharros. Se fijó más y no sin dificultades decidió que se trataba de una mujer. Era difícil determinar el sexo puesto que vestía con ropas anchas, oscuras, y un abrigo de pana que le iba varias tallas grande. En pleno mes de junio completaba el conjunto con un gorro de lana negro y guantes recortados que dejaban al descubierto unos dedos que desde aquella distancia no podía distinguir, pero que estaba seguro de que no tenían un tacto agradable.

La vagabunda se detuvo y sacó de uno de los bolsillos del abrigo una botella de la que echó un largo trago. Cuando acabó se limpió la boca con una manga cuyo tufo a vino peleón debía alcanzar varios metros a la redonda, y le ofreció la botella, con un gesto exageradamente teatral, a un chico joven, que no pudo evitar asustarse y apartarse de allí con un salto bastante ridículo.

Luis cambió de objetivo. Siguió ahora al chico, que, con visible expresión de asco, se alejaba de la vieja echando miradas nerviosas hacia atrás a cada pocos metros. Parecía que ella le gritaba algo, algún improperio. Finalmente, el muchacho continuó su camino. Tenía prisa. Luis pensó que quizás se dirigía a la estación de metro. Efectivamente, era así, pero antes de llegar a la escalera que se perdía bajo tierra debió despistarse y chocó con una mujer que acarreaba un par de bolsas cuyo contenido acabó esparcido por el suelo. Ella también cayó. El chico dudó un instante, pero finalmente desapareció por la boca del metro. Desde su ventana Luis pudo distinguir el “¡cabrón!” que le dedicó un repartidor de paquetería que había presenciado la escena. Dejó un paquete bastante voluminoso en el suelo y se acercó a toda velocidad para socorrer a la mujer, quien aún no había tenido tiempo de comprender qué le había ocurrido.

Entre el repartidor y un hombre negro muy alto la ayudaron a incorporarse. La señora era bastante voluminosa y no resultó tarea fácil. Tras comprobar que no había sufrido más daños que los morales se dispusieron a reintegrar en las bolsas los artículos desperdigados, pero cuando la mujer vio en manos del negro un paquete de cereales se puso hecha una furia y empezó a gritarle. “¡Ladrón!” pudo percibir el oído de Luis.

Rápidamente se acercó más gente al lugar, pero el hombre prefirió no esperar a comprobar el grado de ecuanimidad de los recién llegados a la escena, así que dejó los cereales donde los había encontrado y salió corriendo.

La señora centró sus iras en quien sólo pretendía echarle una mano, contagiando su indignación a quienes la rodeaban. Ya se le había olvidado el motivo por el que había caído al suelo. El repartidor decidió que ya no pintaba nada allí y se largó a continuar con su jornada laboral sin recibir ni un triste “gracias”. Recogió el paquete y se dirigió hacia una fila de vehículos aparcados, donde debía esperarle la furgoneta. Luis vio perfectamente cómo al llegar a una Renault Kangoo blanca recogió un papel que estaba sujeto en el limpiaparabrisas y con ostensibles gestos de contrariedad lo hizo trizas antes de abrir la puerta del conductor.

Desde aquella ventana situada en la planta doce de un exclusivo edificio de oficinas Luis resiguió la fila de vehículos hasta encontrar al causante del cabreo: un agente de movilidad que controlaba con todo el celo del mundo que cada uno de los allí estacionados tuviera el pertinente ticket de zona azul. En aquel momento escribía en su talonario de multas para dejarle el correspondiente “regalito” a un Seat Ibiza rojo cuya conductora apareció en el mismo momento en que el diligente empleado municipal se disponía a proseguir la ronda. La joven le mostraba visiblemente enfadada el ticket que acababa de obtener del parquímetro, situado a unos cincuenta metros de allí. El agente se giró, levantó los brazos como diciendo “a mí no me cuente sus problemas”, y continuó su camino. La chica le dedicó todo tipo de lindezas antes de romper la multa, lanzar los pedacitos en dirección a aquel “capullo”, y colocar el ticket de control horario en el salpicadero. Luis pensó que le serviría de prueba en caso de recurrir la sanción. También pensó que era muy atractiva. Vestía un vestido corto de tirantes, tan rojo como su coche, y caminaba resuelta sobre unos tacones de vértigo. Se alejaba calle arriba y no pudo evitar quedar brevemente hipnotizado por el movimiento pendular de la larga cola de caballo en que había recogido su melena rubia, pero sobre todo por el balanceo de unas caderas de infarto.

Al pasar junto a un banco en el que se sentaban, con el culo en el respaldo y los pies en el asiento, tres jóvenes aparentemente despreocupados y desocupados, la muchacha aceleró el paso de repente. Le habían dicho algo que no le había hecho demasiada gracia, porque cuando se encontraba unos metros más allá se giró hacia ellos y les dedicó una peineta perfectamente ejecutada. Los chicos rieron sonoramente, le lanzaron alguna burrada más y chocaron sus manos, satisfechos.

Los ojos de Luis miraron ahora hacia abajo, casi en vertical. En la misma acera por donde se entraba al edificio donde se hallaba, casi en la misma puerta, vio a una mujer de rodillas en el suelo. No lo apreciaba bien, pero estaba casi seguro de que apoyado en su regazo había puesto un pedazo de cartón, en el que sin duda habría escrito algún mensaje presuntamente lacrimógeno. Lo que sí veía era la mano derecha de la mujer, extendida en inconfundible gesto de pedir limosna.

Luis descolgó el teléfono situado sobre su escritorio:

—Seguridad, hagan el favor de retirar a la pedigüeña que se ha colocado junto a la entrada. Da muy mala imagen.

—De inmediato, señor.

Luis no se molestó en volver a asomarse. En aquel momento le sonó el móvil:

—Señor ministro, tiene listo el coche oficial. Dos agentes de seguridad le esperan a la entrada de su despacho para acompañarle.

—Gracias. Ya salgo.

Luis pensó en la pereza que le provocaba tener que reunirse con el comisario de economía de la Unión. Volverían a hablar de lo mismo de siempre: los avances en la recuperación, las reformas estructurales que había que seguir aplicando, las políticas monetarias del BCE, la necesidad de anunciar alguna medida que redujera el descontento de la población… La ruta estaba marcada y todo avanzaba según lo previsto. España volvía a ser un país competitivo y atractivo para los mercados y la inversión extranjera.

Se puso la chaqueta que había dejado en el respaldo de la silla y abrió la puerta. Con suerte acabarían a tiempo para ver el partido. Seguro que al comisario le apetecía sentarse en el palco del Bernabéu.