La Vie en Rouge


Bajo el destello de esta luz

que abraza el sueño de mi playa,

desnudo la mañana de cordura

y me visto de ti,

a una distancia demasiado calculada,

lejos de mí.

Entre ese espacio

en que me habita tu silencio

y un tiempo deshojado,

muero de ti.

Bajo este cielo carmesí

que a veces compartimos,

rasgo las horas

y trazo un plan soñado

entre tus ojos y los míos.

No me ves,

respiro entre tus labios

y acaricio ese momento

con el beso traicionado

 que soplo en el espejo.

No invoco tu presencia

para amarte,

me abraza la ilusión

de imaginarte hoy,

en la aurora que contemplo

y que cincela este pecado

 en un hueco de mi alma.

Y en el rojo que se escribe

en aquellos días de vino y rosas,

de calor y largas noches…

conjuro la orilla de este mar que se llevó tu nombre.

Mi eterna primavera

es hoy el recuerdo de tu voz,

y tu risa…

ese aire fresco que me falta.

Vivo sin ti en esta playa desierta

que transito,

y en este mar embravecido que ahoga

el grito de mi corazón,

sabes y sé…

que vivirás siempre conmigo.

Dos


Fotografía por el autor.

Nací siendo su juguete,
jinete de caballo rocín.
El culpable e inocente,
incluso un «micromachine»

Eran mi «Thelma y Louise»,
el pomo de mi puerta,
mi Babieca y mi Cid,
la ida y la vuelta.

Mis dos torres colosales,
el espejo donde me persigo,
mis puntos cardinales,
el sonido y el ruido.

Están dentro de mi yo,
navegando por mis venas.
No timonean este galeón,
pero son el viento que no cesa.

La vida lo multiplicó por dos,
restando mi soledad,
dividiendo la habitación,
sumando un mundo sideral.

El muro de las lamentaciones,
mi ciento doce,
mis legales polizones,
hasta mi taxista de noche.

No son ni Esteso ni Pajares,
tampoco fulano ni mengano.
Un regalo de sus altezas reales,
nada como un hermano.

Desayuno con vistas


Desayuno con vistas, Serie collage Bali

El espejo de mi abuela


Mi abuela tiene un espejo frente a su camilla.

Antes de colgarlo, sus nueve hijos discutieron más de una hora si era prudente o no colocarlo ahí.

—¿Cómo van a permitir que mamá se vea así, anciana y enferma? —dijo una.

—¡Pero tiene derecho a no olvidarse de quién es! —respondió otra.

—Preguntémosle a ella, mejor —sugirió otro de sus hijos.

La madre de ellos, con su voz pausada pero decidida, les dijo a todos:

—Durante el tiempo que Dios me ha permitido vivir, he sido bendecida con muchas cosas. El Señor me dio una familia numerosa y un esposo amoroso. Tuve salud y, aunque he perdido un poco de memoria y se me sumaron otros males, sigo creyendo que todo forma parte del plan de Dios.

»Ustedes saben que mis manos tiemblan y que mi vista es borrosa. Extraño mucho ver las caracolas y los detalles de las plumas de las aves. También me encantaría poder ver los rostros de mis hijos y de mis nietos, pero me es imposible.

»Respecto a si necesito o no un espejo en mi habitación, la respuesta es sí. En la imagen borrosa del espejo, me veo sonriendo y abrazada a su padre. Me veo hace cuarenta años cuando ustedes eran unos críos y con su padre y conmigo comíamos en la mesa. Me veo con mis nietos y su abuelo, caminando en el rancho y pensando en qué será de ellos cuando crezcan. Me veo señalando aves y coleccionando caracolas.

Mi abuela no dijo más. Se recostó y esperó a que sus hijos aceptaran.

—Está bien —dijeron todos casi al unísono.

Hacer caer el cielo sobre la mesa…


Es tan fácil como enterrar a dios en una tumba

Como contener la verdad en una idea

Como cerrar los ojos y caminar de cabeza

Como abrazar al mundo y terminar con la guerra

Como entender que un punto es el infinito más pequeño

Como enfrentarnos al espejo y creer que ya nos conocemos.

Silencio


omurden-cengiz-SILENCIO
Foto: @omurden (CC0).

 

Te has ido, como se van los últimos destellos

de este atardecer insoportable.

Entre el añil y el negro se desdibuja

este cuadro vacío sobre las horas.

 

Ya no existes en los vagos recuerdos

de este espacio en medio de la nada.

Y tu último beso, apenas un roce, un sorbo gélido

de aquello a lo que ya ni le pusimos nombre.

 

Desde el páramo de este cuerpo que no resucita,

tu silencio me ha llamado a sus filas, impaciente.

Con furia ruge el viento, azotando la puerta

que has querido cerrar para siempre.

 

El alma es eterna, y así será mi dolor,

otro intento inútil de llorar sin gritar,

una vida rota, un nudo que ahoga.

Sin tu risa en mi espejo, ni mi nombre en tu boca.

Silencio.

tajo


El trabajo alienado arrebata al hombre, arrebata su vida genérica […]”
C. Marx – Manuscritos de filosofía y economía –

te olvídate ya de mí

no soy yo

                   otro.

el que camina, el que

respira otro,

o nunca fui y esto

             y aquello

era – pasado perfecto –

espej-

ismo o

espej

o
esquina de espejos

que dimensión

                        a dimensión

te engáñate te repite

te pudiste

ser

en algún otro lugar y en

alguna otra persona

fuera del tajo.