El festín de los escondidos


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«Wasp nest sculpture», (CC0).

Cierto día, un objeto enorme empezó a orbitar alrededor de la Tierra. Aquel objeto parecía ser una gigantesca nave en forma de insecto. Sin embargo, no se trataba de una embarcación sino de una gran entidad extraterrestre conocida como La Reina, un ser insectoide de casi tres mil kilómetros de largo adaptado al vacío del espacio y capaz de viajar grandes distancias albergando a millones de seres en su interior.

***

—Rachel, Rachel —dijo la apurada y asustada madre—. ¿Me escuchas? Debemos huir al búnker.

La niña estaba muy perturbada por lo que acababa de ocurrir. A lo lejos se podía ver como, desde adentro de un insecto gigante, brotaban millones de otros insectos de casi tres metros de altura. Los noticieros reportaban eventos similares en prácticamente todos los lugares poblados del planeta.

***

Aquella raza extraterrestre estaba repitiendo en La Tierra el mismo proceso de cada invasión. Cuando La reina detectaba un planeta con alta concentración de seres vivos, se colocaba en órbita durante algunos días analizando el terreno. Para ello, usaba manifestaciones del espectro electromagnético. Una vez estudiado el objetivo, La reina lanzaba hacia la superficie cierta cantidad de insectos más pequeños. Estos insectos, conocidos como Los zánganos, medían casi cien kilómetros de largo. Cada uno de Los zánganos tenía asignada una zona poblada para despojarla de toda la materia orgánica posible.

Para la tarea de recolección estaban Las obreras, que se dedicaban a transportar a su destino a cuanto ser vivo se cruzara en su camino. Una vez terminada la recolección, Las obreras vuelven a cada uno de Los zánganos y estos abandonan el planeta para volver al cuerpo de La Reina. Esta se mantiene orbitando el planeta mientras Las obreras organizan y colocan preservantes a toda la materia orgánica recolectada para alimentar al enjambre que vive en su interior. Durante ese proceso, La reina continúa escaneando el planeta hasta determinar el momento preciso para recompensar a Las obreras con algo que, traducido a lengua humana, sería como El festín de los escondidos.

***

—Rachel, ¡presta atención! —La madre acarició la cabeza de la asustada niña hasta calmarla—. Eso, ¡muy bien! Vamos, repite lo que dijo mamá.

—No debo salir ni abrir la puerta hasta que oiga que me llamas desde afuera —repitió la niña entre sollozos.

—Eso, nena, ¡muy bien! ¿Qué más? —respondió la madre, aliviada de haber retomado el control de la situación.

—No le voy a abrir a nadie que no seas tú—respondió la niña, ya resignada a quedarse sola por casi doce horas como cada vez que su madre salía.

—Eso, nena, muy bien. No olvides nuestra clave secreta. Yo ya regreso, iré por comida.

 ***

El festín de los escondidos es una celebración diseñada para satisfacer los deseos primarios de Las obreras, que tienen prohibido comer porción alguna del material recolectado. La reina, usando las mismas manifestaciones del espectro electromagnético, altera las ondas cerebrales de los seres que, manteniéndose ocultos, lograron sobrevivir al proceso de recolección. Las ondas de La reina  se manifiestan como alucinaciones muy significativas para el que las sufre. Tienen como objetivo hacer que el individuo afectado salga de su escondite para ser devorado por Las obreras que, en un incontrolable frenesí asesino, devoran violentamente todo aquello que se encuentre en su camino.

***

—Nena, nena. Ábreme, ya regresé.

—¿Eres tú, mami? Dime la clave —pregunta la niña, aún llorando por el encierro y la soledad.

—Sí, bebé. Soy yo. La clave es postre.

La niña, creyendo oír la voz de su madre pronunciando la clave secreta, abrió la puerta. Las obreras entraron y murió devorada por ellas.

Cámaras de éter


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Ilustración: Blacksmith Dragonheart

Los científicos de cierta raza extraterrestre descubrieron la existencia de una sustancia muy ligera que ocupa todo el espacio como si fuese un fluido. A aquella sustancia la denominaron «éter«. Luego de muchas otras investigaciones, descubrieron también las propiedades del éter. Eso les permitió saber, por ejemplo, que la luz no se desplaza en el vacío, sino que solo puede desplazarse a través del éter. Aplicando dicho conocimiento al campo de las telecomunicaciones, pudieron usar el éter como medio de transmisión de señales.

Luego de nuevos descubrimientos, inventaron dispositivos que permitían leer con precisión cambios muy ligeros en el éter de cierta porción de espacio. Los datos de dichas lecturas podían codificarse y enviarse mediante el uso de ordenadores cuánticos. Con aquella tecnología era posible, por ejemplo, recibir lecturas del cambio del éter de una porción de espacio equivalente al que ocupa una casa. Si dichas lecturas se procesaban en forma de vídeo, podía vigilarse dicha casa y enviar aquellos datos a prácticamente cualquier lugar del universo, a una velocidad casi instantánea, usando las tecnologías de comunicación basadas en el éter. Con el tiempo, aquellos dispositivos de vigilancia fueron conocidos como «cámaras de éter».

A lo máximo que llegó a avanzar aquella raza extraterrestre, antes de su extinción, fue a crear una cámara de éter que pudiese abarcar la cantidad de espacio equivalente a lo que ocupa un planeta pequeño. Las últimas pruebas se hicieron en un pequeño planeta azul, a varios años luz. La extinción de aquella raza extraterrestre fue provocada por una raza de seres interdimensionales conocidos como «Los Limitantes«. Ellos se apropiaron de la tecnología de las cámaras de éter.

Cuento corto: CLOSE ENCOUNTER


OVNIS
http://www.eltiempo.com/blogs/alternativa_extraterrestre/2010/07/el-enigma-de-los-ovnis-sigue-s.php

Petra tuvo sexo con un extraterrestre ayer. El coito fue multicolor. El semen verde corrió por sus labios, tibio, ácido como un limón recién exprimido en una boca virgen. Él continuó la intervención quirúrgica. Le desgarró la vagina con su escalpelo, los polvos cósmicos plateados la anestesiaron. Lamió con su lengua gelatinosa todos los gajos de su clítoris anaranjado. A pesar de la anestesia ella gritaba de placer cuando la taladraba inmisericorde. Sonrió, suspiró y se desmayó con un color púrpura en sus mejillas.

Cuando el alienígeno pensó que Petra estaba moribunda, ella se sacó una carcajada, volvió a bambolear sus caderas y a gemir de gozo. Él se comió los ovarios de la ramera extirpándole las células cancerosas. De madrugada Petra abandonó la nave matriz y regresó a su casa. Nadie le creyó el cuento, aunque varias de las compañeras del prostíbulo sueñan con ser raptadas por este duendecillo.

A las dos semanas Petra tuvo otro encuentro cercano. Fue hallada muerta a causa de una sobredosis de cocaína.