Una galaxia
de cristales de hielo
componen tus iris.
Giran
por ondas de atracción
sonoras
alrededor de tus pupilas
—fosos atrincherados
de defensa.
Caigo al agua.
Bebo de tu fuente de virtud.
Nadie regala la salvación.
Somos eventuales
como nubes iridiscentes,
como las vueltas
—transeúntes y flotantes—
alrededor de tus ojos,
como nuestro cruce de miradas.
Tan efímeros
que debo recordarlo
—y repetirme—
tras el primer filtro
de árboles y ramas a mi paso.

Charlie Chaplin era una galaxia y su bigote un agujero negro
Comparte esta entrada
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Click to share on Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Hac clic para enviar por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para imprimir (Se abre en una ventana nueva)
- Más
- Haz clic aquí para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Pinterest (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Skype (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Telegram (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Reddit (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Tumblr (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Pocket (Se abre en una ventana nueva)