El camino invisible


 

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Foto por @joebeck

 

Los años, trazos abiertos en el límite del cielo,

flores dormidas que desprenden aromas

y se encierran en frascos de efímera ilusión.

El amanecer, sueño que se extiende eternamente

hasta donde los ojos se cansan de ver,

boceto de un rostro pálido, sin sonrisa ni voz.

La luz, falsa esperanza que me ciega,

que no me reconoce y congela mis recuerdos

pintados al carbón, entre sombras y grises.

La lluvia, reflejo roto sobre los besos húmedos,

frágil deseo que nubla el lejano horizonte

y se desvanece en la huella de la vida que no vuelve.

El otoño, espiral que agitas mi alma a voluntad,

soplando las líneas torpes que se escriben

en el mapa de este camino invisible.

Nur C. Mallart

Mar en silencio


«Little wave photo», por Mourad Saadi (CC0).

 

Me elevo sobre la marea

y llora la nube que vierte la nostalgia

envuelta en un tiempo

sin tregua y sin color.

Lluéveme.

 

Traspaso un horizonte infinito,

bañado de sueños,

o me arrastro hasta la orilla de esta playa

sedienta de sol, vestida de silencio.

El agua.

 

Brisa que murmuras la desdicha

y revuelves este mar que me empuja,

azaroso, escogiendo mi suerte.

¿La vida? ¿La deriva?

Soy la ola.

Paisaje yermo


Imagen: Cortesía de Pixabay.com con licencia Creative Commoms para uso comercial.
Imagen: Cortesía de Pixabay.com con licencia Creative Commoms para uso comercial.

Araño la nostalgia del árbol deshojado

que impávido ha mecido mis horas,

y titila adormecida aquella luz

de un bosque color sepia encadenado.

En los besos que saltaron al abismo

se desdibujan los pájaros del horizonte.

Grita tu requiebro en el silencio de mi tumba

y crece la sombra enmohecida de tu nombre.

Existes en la nada de estos labios baldíos

y en la gélida aurora que se evoca, y muere.

¿Por qué guardar estos secretos vacíos?

Cenizas de este sol que no amanece.

La lluvia de mis ojos desvanece el tiempo,

pisado entre las flores que sembramos.

Y lloran sin tregua ni color las nubes,

caricias de terciopelo entre mis manos.

Nuria C. Mallart

Inspirando letras y vidas

 

Al horizonte vacío


Al horizonte vacío

No me dijiste no


palagrafia banco

No me dijiste no

y lo siento.

-lo siento-

Tú confiabas en mí y yo

era un imbécil

cuando extendí la mano

y te provoqué

«¿ no quieres o no te atreves?

amigo”

 

y me sonreíste

y me sonríes            (ahora sin dientes)

 

yonqui

me pides cuando paso por el barrio

«Lolo, quédate un rato

en el banco

y hablamos como antes»

y yo te contesto:

» No,

lo siento  -lo siento lo siento-

tengo prisa.»