me hablaron de un lugar en el que podías gritar de rabia y nadie te diría nada. era como un acantilado, en el que solo escuchabas tu eco y el ruido de esas olas que chocan contra las rocas.
ese lugar encantado me ayudó a soltar todo eso que tenía para compartir. todo ese dulce y a veces esa rabia contenida. di el salto al reverso y en vez de caer al vacío, caí sobre manos suaves y cariñosas.
ahora que ya no tengo miedo a expresarme, me marcho. pero estaré bajo el acantilado esperando para ver tu triple salto mortal y poder abrazarte cuando salgas a la superficie.
lachicaimperdible
La ilustración y el texto son de mi autoría*
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Especial agradecimiento a Crissanta, Elvira Martos, E.J. Castroviejo, Roberto Cabral, Enrique Urbano, Fiesky, y a todos los autores del Salto.
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