Excelencia, no perfección


Fotografía y dibujo: Klelia Guerrero García

¿Qué significa excelencia?
La versión del diccionario
es legitimada a diario:
calidad que da licencia
de merecer reverencia.
Mientras tanto, ser perfecto
requiere de algo selecto,
algo que cumpla la lista
—lo deseado en toda arista—
sin el mínimo defecto.

Lo que a veces se me olvida
es que la perfección suplica
una utopía que implica
descontentos de por vida
que no ofrecen salvavida.
Y al aterrizar mis sueños,
ya sean grandes o pequeños,
cuando he intentado buscarla
no llegué nunca a encontrarla…
¡No llegué a pasar de ensueños!

Elizabeth Gilbert dijo
que la Gran Magia pulula,
de varias formas ulula,
hasta que encuentra cobijo,
no importa qué tan prolijo.
Para materializarse
necesita trabajarse;
y podrá ser rechazada,
o por pocos apreciada,
pero trasciende al probarse.

Porque crear no se trata
solamente del producto;
da valor al ser conducto
de aquello que nos «maltrata»
y expectativas arrebata.
Incluso si la perfección
nos brinda algo de dirección,
abogo por la excelencia
en cada intento, en su esencia,
y frutos sin gran dilección.

Cuando me dejé sorprender


Fotografía: Klelia Guerrero García

Muchas veces me pregunté
si realmente llegaría
algo que me sacaría
del espacio al que me adapté
—al que luego incluso me até—.
Después de tanto, dudaba
llegar a ser desarmada
de las capas que vestía
aun cuando me entristecía
la soledad que implicaba.

Estaba atenta y decía
«vida, te invito a sorprender»
pero al ver aquello pender
de un hilo: mi valentía,
mi ilusión se reducía.
Y seguía el descontento
con intento tras intento
en los que el patrón repetía…
Algo adentro se sentía
sin ser visible el obtento.

Tanto se movió, de a poco,
hasta que al fin llegó el día
en que yo me lanzaría
sin temores ni sofoco,
sin pensar «¿si me equivoco?»
Cuando me dejé sorprender
no quise más detener
la fuerza con que vivía,
familiar a la que veía
en Lucas y su radiante ser.

¿Y si es más simple?


Fotografía: Guisella García Bacilio

¿Y si en lugar de acelerar,
de dudar, de exasperarnos,
de engañar y autoengañarnos,
nos permitimos explorar
y con nuestro ser conectar?
¿Y si en vez de limitarnos
y, a veces, aferrarnos
a expectativas sin cesar
y la disrupción evitar,
decidimos arriesgarnos?

Porque eso de complicarnos,
de hacernos esperar
y nuestros sueños aplazar
más allá de relegarnos,
de nuestra esencia alejarnos,
tal vez se puede mejorar
al optar por simplificar
y transparentes mostrarnos.
No es fácil sincerarnos,
pero mucha paz nos va a dar…

Tal vez ayude recordar
que «perfectxs» procurarnos
para salir y lanzarnos
equivale a supeditar
nuestra decisión de comprar
a una lotería ganarnos;
incluso, tras enterarnos,
de que en cuotas nos va a llegar
—cada instante, al respirar—.
¿Tiene sentido privarnos?

Nada es tan grave


Fotografía: Klelia Guerrero García

Confieso que tengo días
en los que me pongo esquiva
aunque mi intuición se aviva.
Reducen mis energías
y, pese a las alegrías
que recibiré al compartir,
me es más fácil reducir
aquellas interacciones
que dan las conversaciones
en las que he de intervenir.

Es que al ser introvertida
me resulta atractivo
escuchar, en rol pasivo,
lo que el hablante convida…
¡es seguro salvavida!
Mas esa actitud impide
e incluso hace que olvide
que, según la perspectiva,
es grande o chica la oliva:
¡y así el miedo que se mide!

Como un viaje me enseñara,
el compartir nuestra historia
—esa pérdida o victoria—
sería puente y no mampara
si la escucha acompañara.
Y así, tras el grande cielo
que nos envuelve en el vuelo
veríamos también el ave,
que dice: «nada es tan grave».

Compañía en la ruta


Fotografía: Jacob Chan
Edición: Klelia Guerrero García

Sea que prefieras lo estable
o que te atraiga la ilusión
de lo nuevo y su emoción,
me parece inevitable
que la duda llegue afable.
Y es que aunque no sea invitada
de cualquiera se hace aliada
para provocar confusión,
idealización e inacción,
y una existencia «pausada».

Si estás en el primer caso,
será la movilización
la fuente de perturbación,
y al inicio o al ocaso
la acusada del fracaso.
Si tu grupo es el segundo,
aunque entiendas lo fecundo
del silencio y de su abstracción,
el cambio será tu adicción
en cualquier rincón del mundo.

Sin juzgar ni escandalizar,
más allá de la exposición
y hacia ambas mi afición,
quizás nos sirva agilizar
la observación, y analizar
la fuente de tal posición.
Que esta sea una decisión,
un resultado consciente
—más del ser que de la mente—
en lugar de una distracción.

Aceptando que «Don Miedo»
estará en cualquier opción,
es mejor que nuestra elección
—sea carrusel o torpedo—
sea propia, ¡más no un remedo!
Invitémoslo a la ruta;
quién sabe y, si la disfruta,
tiene la consideración
de aclararnos la visión
mientras llega y nos escruta.