
Miro los ojos de mi padre con detenimiento. Veo en sus pupilas mi cuerpo crucificado. Seco las lágrimas. Beso sus mejillas. Los clavos se desprenden. Flotan. Se transforman en los tres reyes magos. La cruz muta en dos gigantescas alas. No es el perdón de mi papá lo que me libera. Es el aceptarme como soy.
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