El que habita en las sombras


Él esta ahí, lo se, observándome, estudiándome, en las sombras.

Todo comenzó un día en que fui a visitar a mi vieja tía. Ella vive en el campo, vivía, mejor dicho. Todavía no me acostumbro a la idea de que este muerta. Era el único pariente vivo que me quedaba. Mi familia se extinguió hace tiempo, yo era el mas joven, ahora soy el único. Ella tenia 93 años, se llamaba Francisca, descendiente de españoles, vino a vivir a Argentina cuando era una niña de 7 años. Su familia eran judíos ortodoxos, respetaban todas las fiestas, el shabbat, no comían cerdo, ni mezclaban carne con leche. La religión en la familia murió hace tiempo ya, con mis padres, dando paso a un completo ateísmo. Mis padres no creían en nada, tan solo en la ciencia y los hechos factibles. Yo nací un 25 de septiembre, a las 14:50 horas. Fui educado en las más caras escuelas privadas. Fui a la universidad. Me gradué como ingeniero. Ahora, hasta el momento del incidente, estaba haciendo una carrera. De chico era muy imaginativo, siempre creando amigos invisibles. Nací enfermo. Mis padres me sobreprotegían. Ellos murieron un 12 de agosto a causa de un accidente de autos. Un conductor borracho los mató. Por suerte, o por desgracia, el también murió. Heredé una fortuna enorme que me ayudó a solventarme durante años. Luego de la muerte de mis padres sólo quedábamos mi tía Francisca y yo. Siempre fui tímido con las mujeres. Tuve mis novias, pero hace tiempo que me di por vencido. Recorro el mundo solo. Así, mi corazón no vuelve a sangrar.

Ese día, en la casa de mi tía, di con unos documentos de mis bisabuelos. Eran unos manuscritos llenos de formas geométricas, ángulos, e inscripciones al pie de pagina. Ése fue el primer escalón en el descenso de mi mente hacia lo oscuro. Esos manuscritos me fascinaron. Las lineas eran perfectas, los círculos también, los ángulos. Los dejé donde los encontré, en un baúl de la casa, pero no podía sacármelos de la cabeza. No sé porque produjeron tal impacto en mí, al fin y al cabo eran viejos e inentendibles.

Al caer la noche volví a mi casa. La autopista estaba desierta y no me llevó más de media hora llegar a mi hogar. Prendí la televisión y abrí una cerveza. De pronto sentí que me observaban, me di vuelta pero no había nadie, nada, estaba solo en las sombras de mi casa. No le habría dado mas importancia a no ser por un ruido que me pareció oír, como un murmullo. Prendí las luces pero estaba solo. Me fui a dormir con la mente intranquila. Esa noche tuve los sueños mas raros, pero al despertar se disiparon de mi mente. Algo me decía que tenia que traer los viejos manuscritos a casa y tratar de darles una explicación.

Volví a la casa de mi tía en busca de los papeles. Seguir leyendo «El que habita en las sombras»