Nota del editor: Gema Albornoz, autora de Salto al reverso, comparte en este espacio su entrevista a María Xosé Queizán. La escritora gallega fue la INVITADA DE HONOR en el 7° ENCUENTRO DE POESÍA, MÚSICA Y PLÁSTICA, en Puente Genil, Córdoba, España.
A María Xosé Queizán por ser parte de mi linaje literario.
Sucede. Sucede que acercarse a la lengua gallega, a través de su poesía, es el encanto de la sentimentalidad más delicada. Es como pasear por un bosque donde cada ser acumula palabras en el silencio. «Mais nadie ten menos que eu teño as grandes cualidades que son precisas para levar a cabo obra tan difícile», aseguraba Rosalía de Castro en su prólogo de Cantares gallegos, dando a luz a un libro que recoge la luz gallega, el sol, su armonía y esa frondosidad del entorno arrullando a quienes rodea.
En Puente Genil, Córdoba, en España, la poesía gallega y castellanoleonesa se encontraron con las artes plásticas, el folclore andaluz, el pop-rock, el baile, las voces, y talento, de pontaneses junto a la figura de Juan Rejano.
Durante unos días, desde el viernes 18 de octubre al sábado 26 de octubre, tuvo lugar un encuentro poético que quiere mantener ardientes los lazos de la poesía y el arte. Fue en el 7º Encuentro de Poesía, Música y Plástica coorganizado por el Ayuntamiento de Puente Genil y la Asociación Cultural Poética. Allí, donde se produjo los días de mi encuentro con María Xosé Queizán. Para su celebración, ha sido crucial el apoyo colaborativo de varias instituciones y empresas locales.

Días memorables, sin duda. Unos días donde se homenajeaba a María Xosé Queizán y Antonio Gamoneda. Fue, entonces, cuando Blas Sánchez Dueñas dialogaba con Luz Pichel, Graciela Baquero y María Xosé Queizán. Las poetas gallegas pincelaron el panorama de la poesía gallega con un recorrido por sus propias obras. Como bien decía Rosalía de Castro, «naquel dialecto soave e mimoso que queren facer bárbaro os que non saben que aventaxa ás demáis linguas en dosura e armonía». Por otra parte, Juan Carlos Mestre, Rafael Saravia y Natalia Carbajosa, debatirían con Eloísa Otero acerca de la poesía castellanoleonesa.

Es mi deseo de resumir estos días exposiciones, música y poesía, «aunque nadie tampoco se pudo achar animado dun máis bon deseo para cantar as bellezas da nos aterra». Exposiciones como El Genil al mar, apasionado comisariada por Fco. José Sánchez Montalbán y donde él mismo junto a Silvia Segarra, Elizaberta López y Rafael Peralbo participaban. O las exposiciones de Rafael Jiménez y Chema Rodríguez con Juan Rejano. Un apunte de memoria u Objetos conceptuales. Un apunte de memoria, esta última visionada mientras Pere Ponce interpretaba un monólogo dirigido por Sigfrid Monleón, sobre el exilio de Juan Rejano. Desde hace años, la Asociación Cultural Poética de Puente Genil trabaja para que la poesía llegue a los escolares pontaneses. En esta ocasión, con la presentación sobre este nuevo premio poético creado en Puente Genil, de la mano de Alejandro Céspedes. Momentos que gracias a la atención e interés despertado no se da por finalizada sino con la presentación de su libro Flores en la cuneta. Sin olvidar, la aproximación de Céspedes a la videopoesía o la presentación de su obra más reciente Las caricias del fuego. O el debate sobre el presente y futuro de las revistas literarias con Daniel J. Rodríguez, Guillermo Busutil y Ángel Manuel Gómez. O las presentaciones de Lugar, de Natalia Carbajosa y Desvío a Buenos Aires, de Concha García.
Asimismo, los espectáculos poéticos musicales de Yolanda Castaño e Isaac Garabatos, con Idioma da tinta; La canción de la tierra, con Juan Carlos Mestre y Amancio Prada o Biografías enlazadas de Martirio y Juan Cobos Wilkins. Ofrendaron numerosas dádivas para participantes y asistentes. Exploraciones emocionales, por estas singulares reuniones de poetas y músicos, desde la sensibilidad, el humor y el lenguaje. Por otra parte, espectáculos donde el piano colisionara con el flamenco más arraigado y profundo de unas letras de María Xosé Queizán reconvertidas para su bautismo andaluz, en Cuerda, tecla, tacón y verso con David Montañés, al piano; Milagros Salazar, al cante; Mariano Delgado, a la guitarra y Rocío Moreno, al baile. El turno para las letras de Antonio Gamoneda sería en Tempo de respeto con la joven promesa, el cantaor pontanés, Álvaro Martín, con Rafael Ortega, a la guitarra y los Hermanos Gamero, a las palmas. No puedo dejar de mencionar el espectáculo de la bailaora, Nieves Rosales, quien acompañada de Alberto Torres, a la guitarra y César Jiménez, al chelo, pudo grabar en el aire y en el suelo, con sus manos y pies de mariposa, los versos de Juan Rejano en su homenaje a “Memoria de la melancolía”. El poeta pontanés Juan Rejano fue la figura presencial, homenajeado con la disertación de la vida y el exilio de Sigfrid Monleón sobre Juan Rejano o las lecturas de Raquel Domínguez, Mónica Jaén y Ernesto Cáceres, acompañados al piano con Alicia Baena. Sobre todo, en la persona de su hija Carmen Rejano, en la entrega, a José Daniel Espejo por Los lagos de Norteamérica, del I Premio Internacional de Poesía Juan Rejano de Puente Genil y en sendos homenajes del grupo de pop-rock pontanés, junto a sus colaboraciones en coros y baile, Refugio 19 en Memoria en llamas y el cantaor Julián Estrada, en su Tributo a Juan Rejano.

María Xosé Queizán es una escritora, catedrática de lengua y literatura gallega, y figura relevante en el movimiento feminista en España. Cuenta con obras de teatro, cine, narrativa, ensayo y poesía. Según Concha García, una de las pioneras de los Encuentros de Mujeres Poetas y «una de las pioneras en la visibilidad poesía no solo escrita por mujeres, sino la reivindicación de la poesía lésbica». Según Juana Castro, «una de nuestras madres literarias y feministas».


Comenzó su carrera como escritora en su adolescencia, escribiendo artículos para el periódico vigués El Pueblo Gallego. En los cincuenta, participó en obras de teatro, llegando a crear en 1959 el Teatro de Arte y Ensayo de la Asociación de la Prensa de Vigo, y a fundar y dirigir de 1967 a 1968 el Teatro Popular Galego. Su carácter emprendedor y su amor por el teatro la llevaron a desempeñar varios papeles a cargo de diversas organizaciones, como codirectora del grupo teatral Feministas Independentes Galegas (FIGA), directora de la galería de arte Roizara de Vigo, vicepresidenta del Consello Municipal da Muller del ayuntamiento de Vigo y directora y organizadora del I encontro de Mujeres Poetas Peninsulares y de las Islas (1996). Su labor como escritora se diversifica en todos los géneros y estilos: novela, cuento, ensayo, teatro y poesía; también es traductora. Sus ensayos feministas tratan temas tan controvertidos como la colonización sexual de las mujeres, el cuestionamento de la maternidad biológica y la reflexión sobre la escritura no androcéntrica. A principios de los setenta se trasladó a París, donde conoció la nueva novela francesa, lo que la ayudará a escribir su primera novela, A orella no buraco, obra incluida en la Nova narrativa galega. En 1977 publicó el ensayo A muller en Galicia al que le seguiría en 1980 Recuperemos as mans y, en 1998, Misoxinia e racismo na poesía de Pondal. Creó la revista Festa da palabra silenciada, hecha solo por mujeres, la cual coordina y dirige desde 1983. En 1989 publicó una obra de teatro, Antígona ou a forza do sangue, con la que queda finalista del Premio Álvaro Cunqueiro. Otra obra de teatro, Non convén chorar máis, permanece inédita. Obtuvo también el Premio da Xunta de Galicia por el guion de cine Prisciliano apareció en 1991, seguido por Despertar das amantes en 1993 y Fóra de min en 1994. Como traductora, figuran en su haber piezas como: O caderno azul de Marguerite Yourcenar, y también cuentos de Karen Blixen, Emilia Pardo Bazán y Charlotte Perkin .

«Eu estou fundamentalmente interesada polo como. Cando coñezo una persoa, non me preocupa quen é, senón como é, como fala, como ri, como pensa, como mira, como canta, como cheira».
Preámbulo de Vivir a galope.
Tuve la oportunidad de entrevistarla durante este encuentro que os he pincelado. Días en las que los músicos preparan sus instrumentos, se ultiman los detalles previos a los actos y con grabadora en mano me voy acercando. Casi siempre lo hago con música de fondo de esos minutos de ajetreo que aprovecho para conocer a algunos participantes mejor, prometiendo no dilatarme mucho en el tiempo. En este caso, la figura sentada en primera fila del Teatro Circo, la homenajeada María Xosé Queizán.
En su opinión, ¿qué es la poesía?
La mayoría de las veces la poesía es un circular por un camino manido, que está lleno de las mismas cosas, que habla durante siglos y siglos de lo mismo, que dicen que está poseída por la imaginación. Pero la mayor parte de las veces está poseída por lo trivial, lo que es seguir lo de siempre.
¿Por la realidad, también?
No, muy poca. Poca poesía tiene verdad. La mayoría, digamos, está viciada.
¿Cómo ha logrado a vivir a contracorriente en el ambiente poético?
Pero tanto en el poético, como en la novela, como en el ensayo, como en todo lo que traté. A mí es lo que me tira, yo digo lo que creo y pienso. Punto.
¿Cómo ha conseguido la mujer, cómo ha alcanzado, un espacio ahí?
Pues hacer lo contrario de lo que hago yo.
No creo, ¿no? (Risas)
Sí, seguro que sí. Utilizar su arte y sensión para seducir a los varones, para que las quisieran. Mira, Rosalía de Castro, que es la poeta inicial del renacimiento gallego, que tiene una madre y no un padre, eso es importantísimo para las poetas gallegas. Rosalía de Castro inició un libro diciendo: (recita de memoria) «Daquelas que cantan as pombas i as frores/todos din que teñen alma de muller./Pois eu que n’as canto, Virxe da Paloma,/ ¡ai!, ¿de qué a teréi?». Osea, Rosalía comienza diciendo que no va a cantar a las que cantan a las palomas, a las flores y esas son las que tienen alma de mujer. Las que a los hombres les gustan. Ella no lo va a cantar. Entonces, ¿de qué tiene el alma, lo que no es de mujer? Entonces, lo femenino, lo delicado, lo sensible, el sentimiento, el amor todo eso es lo femenino. Si la mujer quiso empezar algún camino en la poesía fue por ahí. Lo que pasa que muchas se salieron.
Y si no seguías esas pautas o no hablabas de esos temas…
No eras femenina, claro.
¿Qué se puede aportar desde un colectivo minoritario, por ejemplo, de una mujer que no cante a las palomas, a las flores?
Se puede aportar una realidad oculta. Una realidad que no había sido tratada, un sexo desconocido, unas experiencias que no caben en otras cabezas masculinas. Se pueden aportar unas ideas que sirven para cambiar el mundo. Bueno, muchas cosas se pueden aportar.
En el preámbulo de Vivir a galope comienza diciendo: «Tenño una gran dificultade para lembrar nomes propios e datas». ¿Cuál es la importancia de nombrar?
Es que lo que no se nombra, no existe. Por lo cual, hay que nombrar todo.
¿Cómo ha recibido esta invitación como homenajeada al Encuentro?
Con ledicia, que decimos en Galicia, con alegría.
«Agradezco moito esta invitación», diría, entre otras cosas, en su intervención.
Como ya abrocharía Blas Sánchez Dueñas durante su exposición, esta escritora, ensayista, traductora, activista, directora de revistas, pensadora feminista y una de las autoras más relevantes e influyentes de las letras gallega, María Xosé Queizán. Nos regalaría una pequeña charla sobre las Trobairitz, sobre las canciones de mujeres en la lírica occitana y comentó de aquellas que tradujo al gallego.
Esta poeta tardía, como ella misma aseguró, recitó dos poemas de Despertar das amantes, primer poemario lésbico de Galicia y España, entre ellos, Lingua amada. Más tarde, agasajó al público del Teatro Circo con Negra Camomila, donde lució la lírica de su voz al cantar en varios fragmentos. El público agradeció su originalidad con un emocionado abrazo. Allí recibiría homenajes de los estudiantes, artistas, de las poetas Juana Castro y Concha García con quien ha compartido encuentros y anécdotas y de un pueblo, Puente Genil, que la recibió agradecido.
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