Problemas con un muerto (2)


«No encuentro más amor que entre sus brazos y, sin embargo, me guarda en esta madriguera de silencio para salvaguardar el bienestar de sus muertos».

Leonardo Covarrubias

En este pueblo siempre hemos creído en los fantasmas, razón por la cual nos es muy difícil cortejar a las viudas.

Cuando comencé a salir con María Luisa, ella tenía siete meses de haber quedado viuda. Sin embargo, todas nuestras citas tenían que ser secretas y en lugares específicos con rituales ancestrales que nos permitieran pequeños lapsos de intimidad. Cubríamos las habitaciones con sal, colocábamos crucifijos y San Benitos sobre ventanas y puertas, ocultábamos bajo la cama pelos de gato y teníamos prohibido decir nuestros verdaderos nombres a la hora de copular. «Todo sea por el muerto», decía María Luisa.

Así es en este pueblo, todos y todas nos cuidamos de los muertos, de sus ojos y de sus bocas. No sea que vengan a buscarnos y a reclamar lo que «en vida les pertenecía». 

A veces pienso que es culpa de la viuda. Ella no lo deja dormir, lo tiene atrapado, no lo libera. Pero otras más, escucho la voz aguardentosa de Filomeno (el pinche muerto) diciéndome que me aleje de ella, que me jalará las patas, que se comerá mis sesos y que escupirá mis entrañas en las cloacas, y cosas así que dan miedo, pero que también dan risa. 

Al final y con el tiempo te acostumbras y se vive bien, aunque a veces se sacrifique felicidad a costa de (solamente) un pinche muerto.

Rebato


 

Fotografía por Crissanta.

Are you sleeping?
Are you sleeping?
Dormez-vous?

¿Duermes tú?
¿Duermen ustedes?

¿Es que acaso alguien vela
mi descanso
y no, como siempre,
al contrario?

La fuerza sobrehumana
que me sostuvo
durante el paso de la muerte,
durante el trance de dar vida,
ha cesado.

Pero suenan las campanas,
tocan a rebato.
Llega el día
a la vez temido y esperado.

Ay de aquellas
que estén criando…

Más yo tengo escudo
alrededor de mí,
un alto refugio,
una fortaleza.

No temeré a diez millares de gente
que pusieren sitio contra mí.

Si todos duermen,
me mantendré despierta,
fija en la vela,
fija en la espera.

¡Feliz noche de todos los muertos! (En La Alberca)


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En el día en que nos acordamos de nuestros difuntos os propongo un viaje al pasado, aunque las fotos las tomara este mismo verano en alguna callejuela de La Alberca (Salamanca). Valga como relato de terror apropiado para estas fechas tan señaladas.

 

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El texto en la placa:

HORNACINA DEDICADA A LAS ÁNIMAS BENDITAS
Según tradiciones orales en el siglo XVI se arraiga el culto a las ánimas. En La Alberca se sigue esta corriente. Con su fe comienzan a valorar y reflexionar sobre el más allá, invitando a rezar diariamente a los fieles cristianos para que todos los hombres alcancen la resurrección y la vida eterna. Todos los días al oscurecer, recorre el pueblo la moza de ánimas, que toca la esquila de todas las esquinas a la vez que entona una plegaria por los difuntos y almas del purgatorio.
PLEGARIA
“Fieles cristianos acordémonos de las almas benditas del Purgatorio, con un Padrenuestro y un Avemaría por el amor de Dios. Otro Padrenuestro y otro Avemaría por los que están en pecado mortal para que su divina Majestad los saque de tan miserable estado”.

Simplemente aterrador, mis queridos lectores. Abrazos desde el frenopático.

Entre Castillo y Castroviejo

Hombres lunes


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Hombres lunes en la cárcel.

La chica con traje de goma

cae

por el acantilado.

Los bares están vacíos.

Las calles están vacías.

Y ya no se distingue

entre un hombre y un hombre

en paro

que solamente espera

y espera. Borracho.

Es la crisis –dice- nos ha matado a todos –un joven-

abriendo tumbas

para robar la ropa

a los muertos.

Los amantes muertos



Somos el naufragio destronado
de otros tiempos,
la pérdida infinita
convertida en total tristeza:
una negra ceniza que corona
las sienes de recuerdos y goces,
de viejos roces vividos
hoy
en la antigua soledad de los cuerpos,
mucho antes de la frondosa desnudez del amor,
mucho después del silencio aterido
de la natural escarcha de la noche
y de cuando este frío tieso presente
en las manos
se rendía rehén de esa pasión
por dibujarse el rostro a tientas
en la oscuridad de los ojos
y en la rebosante seducción del incendio
y la penetración,
del calor desatado,
del oxígeno deflagrado,
la mutua compañía dilatada
en la dura desolación
que fue adorarse
y nunca más contemplarse,
como en el inequívoco desdén de las conversaciones
sin fin,
limitadas solo por la voracidad
de seguir amándose
hasta que el sol manchase de canela
el exquisito aroma
que es la piel haciéndose carne
en la saliva y en los labios.

Pero los amantes muertos
suelen ahogarse en los recuerdos,
en la sangre seca,
en una húmeda corteza hecha dura costra
en la orilla de otros océanos exánimes,
yertos de tanta melancolía
y de absoluto abandono,
de fastuoso cinismo
y de claro desencanto,
de fatal fastidio al navegar
el infortunio enredados
en las lastimosas dimisiones
de lo que se fue,
aquí, así,
en la nostalgia de la carne mordida
por el delicado corazón de las almas,
en la aceptación final
de lo que significa sentir
diluirse el ahora,
aquí, así,
en la mortandad de un amor
que a mis ojos parece una aventura
en otra piel.

Alejandro Cifuentes-Lucic © Catalejo 2011
Original de 2011 de El Imperio de las Migajas – 2011

@CifuentesLucic

@Saltoalreverso

Obra: “Amantes 111″. Original de Nicoletta Tomas Caravia (España). Acrílico / Lienzo 60 x 70 cm. Colección Privada. Usado con permiso de la autora. Todos los derechos reservados ©.