Fortissíssimo


—¡Magnitud diez!
—¿Qué es?
—Un arma.
—¿Un arma?

Un arma que toma dos armas.
¡Quién diría que la música
está bajo el control de las matemáticas!
Te atormenta el arte y no el karma.

Si quieres tocar una nota
te espera un sacrificio.
Exige todo tu aire,
requiere todo tu cuerpo.

Tú no la tocas a ella,
ella te somete a ti.
Ahora te duelen los dedos,
mañana todo el cuerpo.

Llegar al re mayor no es sencillo,
empieza mezzoforte
y termina fortissíssimo.

La armadura


«Declaraciones de amor inocente,
… la esperanza de ver al amado
nuevamente después de partir;
la alegría juvenil
y la fe en Dios».

Si esto quieres expresar,
tengo al emisario para ti.
En medio de un huracán de notas
aparece La,
la más alta nota.

Su armadura la sostiene.
La sostenida.
Y la vuelve diestra.
Y sus espadas bemoles,
La bemol.
La vuelven siniestra.

Su altura determina su rango
en su armadura.
Sus cuchillas fusas y semifusas
indican lo mismo.

Sus redondas y blancas
gritan su nombre
en clave de sol.

Si necesitas un soldado de poder
o una armadura en clave,
este herrero está a tus servicios
si visitas su taller.

Do Re Mi


Nota, clave, Do, Re, Mi, música, escala.

Tan hermosas ellas

con sus curvas armoniosas,

con sus cuerpos vibrantes;

en su frecuencia marcada

y en sus vestidos la clave.

I

Recostadas en su escalera alfombrada;

las recuerdo en cada canción.

Me place escucharlas,

me place tocarlas.

II

Me enloquecen al borde de la sinestesia.

Todos las oyen, pero no las ven;

yo las puedo ver mientras las escucho.

Me enamoran sus formas.

III

Los músicos las tocan y no las pueden ver,

yo las puedo ver y no las puedo tocar.

Me queda dibujarlas

y comérmelas a besos en cada trazo.

La querida


Leopold Mozart dejaba caer sus lágrimas sobre las cuerdas del violín. Movía el arco apasionado, compenetrado en su música. Sol, Re, La, Mi, signos acurrucados por los húmedos cuerpos tibios de su llanto. Los suspiros danzaban en la superficie de madera del Stradivarius. Las soledades fueron enamoradas por las notas musicales. Todo era algarabía en el interior del virtuoso. Por fin, había conocido el verdadero amor.