Ventanas encendidas


Ventanas encendidas que observan como monstruos en la noche,

no desesperan ni esperan sin más;

son chicles pegados en la puerta del metro.

He cerrado los ojos y he visto el mar.

Imagino que el ruido de los coches son las olas.

Como el agua busco la forma.

Buscaba la poesía y encontré el dolor.

Por favor,  dispárennos tenemos al enemigo dentro.

Bang-bang  el enemigo está dentro.

Cómo te puedo decir lo que existe

entre la palabra y el silencio.

El espacio amarillo entre la pared y yo donde revolotea la mosca.

El último cuadro donde Van Gogh hablaba

de un campo de trigo volado por unos cuervos.

Qué te puedo decir de su tristeza azul —dime

del amarillo, el verde, el negro —di—.

Solo

que la mosca se estrella transparente contra la ventana

y la he abierto para poder escapar.

Hablo de eso transparente que no te deja escapar.

Bang     

                bang  

está el enemigo dentro.

Ventanas encendidas como monstruos en la noche

no desesperan

te esperan sin más.

Son sonidos vacíos como las haches

casi transparentes

casi como nosotros

que buscan a ombres sin herrores.

Palabra que arde


Imagen: Patrick Hendry

Esa mirada que acecha

es deseo crepitante

sobre las brasas prendidas

de la palabra que arde.

Aquella que me desarma

y amenaza con matarme.

Aquella, la impronunciable,

por dolorosa y salvaje.

Me impulsa a perder la vida

por el riesgo de besarte.

Tu boca es un cruel ardid

que eriza mis consonantes.

Y el fuego de mi ceguera

enmaraña las vocales.

Hoy te escribe la ceniza

de mi alma prisionera.

Es amor, amor, amor...

El nombre de esta condena.

La palabra


ausencias prensencias

Hay que inventar una palabra para el atardecer en los rascacielos; una palabra que tarde cinco minutos en ser pronunciada nomás; una palabra como oráculo que te hable desde la luz mientras se encienden las farolas ahí abajo; una palabra al vuelo por encima de los pájaros. Entonces, meteremos la mano en el hueco del árbol, esperando la mordedura.

Belleza


Concepto dulce
de lo que ya no tengo,
de lo que ya perdí.
Palabra que guarda,
en tres sílabas y siete letras,
la compleja subjetividad del ser humano.

Belleza que llega y de a poco se aleja.
Término excelso que induce mi mente.
Siete letras que me abruman.
Palabra dulce, que me acalla.

Gajes del oficio


Busco
la palabra,
la afilada,
la perfecta.
No la espada de Damocles
sino la de Alejandro;
aquella que corta
todos los nudos,
hasta el gordiano.

Busco esa palabra,
la que ensordezca
este silencio
de hoja en blanco.

Elixir del Sexo


Image

por Reynaldo R. Alegría

Tus palabras me embriagan.  Me hipnotizan.  Me toman desprevenida y me seducen.

Los hombres solamente tienen tres cosas con las que me pueden conquistar.  Lo admito.  Dinero.  Cuerpo.  Palabras.  Las primeras dos son buenas.  Muy buenas.  Aunque mal cuidadas pueden ser pasajeras.  El dinero y el cuerpo son fáciles de gastar.  Fungibles.  Mal combinados pueden ser caóticos.  Dinero sin cuerpo, se acepta mientras dure.  Cuerpo sin dinero, cansa rápido.  Pero la palabra.  La palabra no se agota.  Nunca se cansa.

No te engañes.

No me engaño.

Me gusta el dinero.

Me encantan los buenos cuerpos.

Pero tus palabras me fascinan.

¿Recuerdas cuando me llevaste a cenar al restaurante italiano en la Vieja Ciudad?  Me vestí especialmente para la ocasión.  Te impresioné muy fácil.  Una falda corta con la cual poder lucir mis esculturales piernas.  Una sencilla blusa con un pronunciado escote que dejara a tu vista el Canal de Suez que producen mis enormes pechos.  Y unos zapatos elegantes que tenía reservados para una ocasión especial. Conociendo tu fetiche por los pies me tomé toda la tarde para pulirlos y acariciarlos y pintar sus uñas de un color rojo brillante que con solo verlos llamaran tu atención.

Pero lo que no imaginaba.  Lo que no se me hubiese ocurrido.  Era que tus palabras se escurrirían en mi copa y se transformarían en brebaje afrodisiaco.  Cada sorbo del vino rojo, acompañado de una palabra, me estimulaba más.

Tu historia sobre la preparación del antipasto de berenjenas de la Calabria.  El cuidado de cada palabra escogida.  La descripción del color púrpura intenso de la berenjena.  La importancia de la brillantez del color de su piel.  Tu narración sobre cómo desde el año 2000 a. C. fue viajando el fruto desde el noreste de la India hasta llegar a los cálidos países del Mediterráneo.  Me hacían sentir ganas de ti.  Un deseo incontenible de sumergirme en la pasión con ese ser que electrifica mis emociones.  Que me produce un fantástico apetito sexual.

¡Mi cuerpo pedía tu cama!

Solo tienes una cosa con la que me logras conquistar.  Debo escucharte pronto.  Necesito tu elixir del sexo.

Foto: The Love Potion – Evelyn De Morgan, Public domain

Madrugada


Es la hora rota,

cando las agonías

trepan por los pies.

 

Duerme el viento

en un rincón

de nubes abatidas.

¿Cabe el mundo, acaso,

en la palabra?

Soñar el instante

desde la condena,

con los ojos abiertos.

La palabra,

como beber desde la aurora

Arder los segundos,

las sílabas, que van,

agua entre las sombras.