Falleció el Dr. Simón Antonio, a la edad de 76 años.
En el pasado, los médicos servían también de psicólogos, consejeros, hechiceros y oyentes que ayudaban a la gente a curar no solo el cuerpo. Pues eso es lo que era el Dr. Simón para este pueblo.
Él era un médico chapado a la antigua, muy educado y muy querido por todos. Siempre daba los buenos días y nunca faltaba ni llegaba tarde a su consultorio.
Hoy por la mañana, su esposa me entregó un sobre sellado con varias notas que ni ella había leído.
El sobre color amarillo dictaba que debía ser entregado a mi persona al día siguiente de su muerte. El sobre decía:
«Si estoy muerto, favor de entregar este sobre a Leonardo Covarrubias».
Un sobre común y corriente por fuera, pero sorprendente por lo que contenía.
A Leonardo Covarrubias.
Presente.Querido Sr. Covarrubias, antes que nada espero que ya haya dejado el maldito vicio del cigarrillo, que nada le aporta a su vida.
¿Notó usted la palabra «maldito» en mi saludo? ¿Sí lo notó? La verdad espero que sí, pues así le será más fácil entender el motivo por el cual le he encargado este favor.
Durante años he soportado las quejas y llantos de mis pacientes y juro por Dios que les he tratado de ayudar con todo mi corazón. Mi ayuda siempre ha sido de buena fe, pero eso no quiere decir que no me canse. Por eso, le pido exponga la siguiente lista donde he enumerado datos que he reunido este último año de consultas y que, con ayuda de usted, liberarán algunas pocas verdades que han estado encerradas en los rincones menos decorosos de mi mente.
¿Que por qué recurro a usted? Simple, debido a su oficio estoy seguro de que jamás juzgaría a un muerto.
No tengo más que agradecerle, Sr. Covarrubias, espero que la muerte no venga pronto por usted, aunque, en lo que viene a este plano, yo le cuidaré su lugar.Importándome un comino lo que le pase al mundo porque ya me fui.
Dr. Simón Antonio.
…..
Descanse en paz, Dr. Simón Antonio, quien en vida fuera querido por todos, pero en su interior era un poco insolente.
Antes de leer la lista, siéntase responsable de la información que a continuación poseerá. De igual forma, la liberación de esta información es meramente culpa del Dr. Simón Antonio y de mi deber periodístico.
Anexo:
Pocas y pequeñas verdades liberadas:
- El Sr. Conrado tiene cáncer. Vayan a visitarlo, él no quería que su familia lo supiera.
- El joven Juan Jiménez inició el incendio de la papelería Esperanza. Lo sé porque presentó quemaduras al día siguiente en mi consultorio.
- La yerba que fuma Felipe era muy mala. Yo le ofrecí conseguirle de mejor calidad, pero no quiso. (Nota: Felipe ya está muerto).
- Sandra es infiel a Marco con Lourdes, la mesera de la cocina económica que está atrás de la parroquia.
- El hijo de doña Rafaela se acuesta con, por lo menos, cinco mujeres casadas. Cuidado, maridos.
- Doña Clemente infectó al anterior cura de este pueblo. Los pecados no se perdonan si se confiesa con el compinche.
- Posiblemente la panadería Santa Clara tenga alguno de sus procesos contaminados. Cada mes llegan por lo menos seis personas con infección estomacal gracias a ellos.