Poema a «Tengo miedo torero»


Poema dedicado a Pedro Lemebel.

La loca del Frente, quién lo diría, tan comprometida con la causa que jamás te bajarías de tus tacones, el apellido materno haría brillar tu vida (LeMeBeL), pero tuviste que ver la muerte (los cinco minutos te hicieron florecer) para levantar la izquierda proletaria, pobre, orgullosa y pisoteada.

Sin embargo, tu vida comienza antes,
a orillas del Zanjón de la Aguada,
te haces de esfuerzo para sobrevivir a la realidad, a la poca luz que llegaba a la situación de los postergados; hasta el presidente Allende llegó a conocer la miseria.

Ser profesor por vocación en un mundo conservador era imposible, cómo vamos a tener un profe cola, qué educación le dará alguien sin decencia a la sociedad,
debemos despedirlo, borrar del mapa de la docencia, sin embargo, las locas están en todas partes, tapadas por supuesto, haciendo carrera y serias.

De taller literario a las yeguas del Apocalipsis, nos hiciste conocer la estrafalaria vida de la calle, del travesti que usa sus tacones aguja como arma de defensa, porque es raro saber que son los clientes quienes, con odio e ironía,
les dan duro cuando minutos antes eran amor empujando para adentro.

Primero el amor baldío, ese que empieza y jamás termina, no te crees mina porque no es necesario, eres diferente y razón por la cual Roberto te nombra. Escribes a lo cotidiano de la vida y como dijo don Nicanor cuando leyó hace años ya, al premio Nobel Bob Dylan.

«My father is in the factory and he has no shoes/ my mother is in the alley looking for food/ and I’m in the kitchen with the thumb stone blues»

Aunque la letra original dice así:

«Mama’s in the factory, she ain’t got no shoes/ Daddy’s in the alley, he’s lookin’ for food/ I’m in the kitchen with the tombstone blues.»

La poesía es un artículo de primera necesidad, no podemos vivir sin ella.

Ella,
la cola del fondo. (Departamental).
Su padre fue panadero no por opción, era mapuche y lo único que sabía hacer,
para colmo tuvo un hijo colisa, así suman las frases alegóricas sobre tu existencia, carcajeas orgullosa cuando de tu voz ronca salen.

En Manifiesto. Hablo por mi diferencia develas a los títeres de turno, también a los ocultos y tu sinceridad marginal dando patadas en la entrepierna aún sigue doliendo a escritores de apellidos burgueses; para no dar pistas, ustedes los conocen o saben más de alguno hablar mal del «es marica pero escribe bien».

Ahora soy quien habla por tu poca diferencia con los demás, qué querían que fueras, compañero, loca pero piola, dónde la vieron, también soy poblacional y la única manera de exigir justicia era gritando con rabia y desde las distintas veredas. Porque después del 73 fueron ríos de personas muertas deambulando desde la calle al IML y luego a la fosa común.

A todos nos detuvieron a hicieron desaparecer una parte de Chile, no hablo de política, hablo de familia, hablo de vidas y cambios sociales forzados en la marcha; íbamos en primera y de golpe nos fuimos en reversa al hoyo.

Vuelvo a ti poeta enamorado, bala loca de palabras reales y necesidades naturales, tu defensa de la diferencia se hace más evidente cuando mezclas en tus puestas en escena (performance) un walkman en el pecho con la música de tu corazón.

Eres junto a Andrés Pérez resistencia y sobrevivencia, a lo que pudo ser un país menos pacato, menos momio, menos sumiso, porque la vida te enseñó desde el primer día que hay que gritar por las voces silenciadas y por los otros, los que no alcanzaron a ser estrellas de la calle San Camilo.