(A riesgo de empezar muy alto el poema) A veces la vida es eso:
Una niña se mira en un charco
y juega
a pisar nubes con sus botitas rosas.
Y luego se mira y mira
las nubes
—de cuclillas— las mira reflejadas
cómo pasan.
Otras veces (a riesgo de ser monótono) la vida es una anciana
que se sienta junto a la parada del bus a ver
pasar a la gente al sol —después de la lluvia—.
Y les mira y mira como si les conociera a todos
para que no sepan de su olvido.
La vida es injusta —me dice una amiga. Tenía solo
38 años y una lágrima y una nube en una iridiscencia suceden.
—No sé cuál es cuál—
La vida es agua —leo en una revista: Somos
un 80 por ciento agua (a riesgo de copiar)
que pasa río —como dice Manrique— río
hasta dar en la mar
que se pierde en el tiempo —como dice Roy—
como lágrimas en la lluvia.
Agua en un charco. Agua en un 80 por ciento nube.
Agua niña anciana.
Agua
Agua.
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