(Abecedarium con trampa).
Ayer buscabas,
cargado de esperanzas,
fama, grandes hazañas.
Imbatible,
jugabas kontra la máquina,
no olvidabas:
presagiabas.
Quedan rastros
solamente:
trazos únicos,
vestigios wuardados,
xilemas,
yerros,
zozobra.
(Abecedarium con trampa).
Ayer buscabas,
cargado de esperanzas,
fama, grandes hazañas.
Imbatible,
jugabas kontra la máquina,
no olvidabas:
presagiabas.
Quedan rastros
solamente:
trazos únicos,
vestigios wuardados,
xilemas,
yerros,
zozobra.
Mientras el sol se pone
la mariposa baila
con sus vestiduras turquesas.
El viento anticipa
su siguiente movimiento
y el tiempo pasa
sobre la fragilidad
de la belleza.
¡Gracias!
Porque me encuentras
y me levantas
en mis peores momentos.
¿Qué haré cuando no estés?
Seguramente
lo que pensaba hacer…
Si ahora creo
en el cosmos
en la energía,
es por ti.
A la distancia me ayudaste
más que los que están cerca
y aparentan redención.
Tu ayuda verdadera
me levantó.
Sin rodeos ni excusas
me ayudaste.
Por ti conozco el valor.
De ser herrero,
me convertiste
en guerrero.
Gracias a ti
volví a la vida
y tengo ganas
de volver a luchar.
Y «arde cual dragón
hasta que mi vida se extinga»
no deja de ser mi lema.
Seguiré ardiendo,
solo que mi vida
va a tardar en extinguirse.
Porque ahora tengo tu energía.
Hundirme en la playa
ahogarme en el mar
caer al abismo
obligarme a olvidar
Ser la nieve de tu alcoba
el hielo en tu mirada
la noche lluviosa
la humedad de tu primavera
–
Volver vuelto nube
llover, hundir tu nave
regresar en tsunami
desaparecerte en Belice.
Allí donde se pierde el océano
el agua se vuelve pétalos en la espuma,
llega a existir un camino espiritual
a mayor profundidad
donde se nos concedió la vida.
Los maltrechos buques
dan campanadas de acero,
mientras se hunden olvidando la tormenta.
Unas columnas de vapor de tamaño inmenso,
escapan al cielo,
con el brillo de los ojos de las sirenas,
para formar un acusador huracán
contra los hombres engreídos y poderosos.
Contra el plástico y el calor sofocante.
Todo termina, todo se acaba
todo empieza, todo se hunde,
en el agua.
Si no saliste de una vagina:
no te parió tu madre,
te parió la ciencia;
por tanto,
la ciencia es tu madre,
porque estás vivo(a) por ella.
Y el padre de la ciencia y toda alquimia es él,
o ella, o «elle» como se dicen ahora;
porque este ser no tiene género.
Este es padre y madre a la vez,
como tú.
Y como hijo del padre de la ciencia
buscas la ciencia,
el conocimiento,
el caduceo de Hermes.
Porque de su vientre vienes,
y a su vientre quieres volver,
en tus deseos nocturnos
cuando tocas tus botones de placer
o los de otro, o los de otra.
Te calientas y no te quemas
porque no eres de madera.
No hay alfarero que te forme,
ni carpintero que te cure
porque eres de acero… quizás.
Pregúntale a un herrero
a ver de qué estás hecho.
Si lo reconoces,
tu xadre te espera
con los brazos abiertos
y con su vientre abierto también.
Pero si te repugna y quieres huir,
no te queda otra más que morir;
y nacer otra vez,
ya no de sangre
sino del Agua.
Escribe en un minuto un poema que diga: que calle, que lata en trece palabras; que caiga como pétalos de cerezo, que produzca hormigueo, que flor de tilo y mares en furia y semillas creciendo. Escribe con sutura de doctor palabras que nunca se besarían; que no sabes decir, que solo rozas como brisa y aran su olor en la memoria, y que te hagan sentir que tienes alma. Escribe por ejemplo: He salvado un gorrión en un garaje. Cuando lo cogí me acordé de ti. Regué árboles en verano. Lo demás no importa.
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