Letra 0


Confieso ser de escribir
los números en letras. 

Te quiero como si el sumatorio
de todos los vectores,
que sobre estos ejes nos señalan,
hubiesen estallado en un festival de fernet,
y en el centro medido de la Tierra,
equis, ies y zetas procreasen por doquier. 

Te quiero en la progresión infinita
de tu número,
te quiero sin decimales,
sin algoritmos que sucedan 
a noches perfectas. 

Te quiero sin segundas,
terceras o cuartas partes,
te quiero al cuadrado 
de la raíz del amor.

Te quiero, como si la resta
de mi, sin ti,
siempre fuese igual a cero.

 

Enrique Urbano.

Voz en off


Tengo apalabrado
con mis manos olvidarte,
pero recién lo hago,
y apareces tú, recitando
con ese vestido blanco
en bordados de aire.

Susurrándome que vienes por mi,
desnuda, y yo acabo creyéndome
otra de tus burdas elegías,
para terminar bebiendo lágrimas,
esas con las que antes decías
que tú también me querías.

Y es que ya no puedo olvidar
lo que ocurre al soñar
entre versos,
el arrítmico compás
que a estas manos da.

Voy esquivando los charcos del sentir,
procurando al verte cambiar de acera,
pero nada, sigues ahí,
fidedigna y lunática utopía.

Como si cuando yo supiese ser poeta,
tú dejaras de ser poesía.

 

Enrique Urbano.

Verde y negro


Se arranca con empezar lo que acabó
y se termina acabando aquello
que ha de empezar.
No hay finales perdices,
ni felicidad capaz de alimentar
toda la eternidad.

Hay tiovivo,
noria descapotable,
factoría constante de vahídos
que te devuelven,
una vez y otra más
exactamente a ese mismo lugar.

Hace falta mucho más que tiempo y coraje
para saltar desde lo más alto del carrusel,
puentear un coche de choque,
y salir a toda prisa,
huyendo del becerril rebaño
de todos esos hombres.

Pero una vez fuera…
¡Ah…! justo tres cuartas por encima
de tu planeta,
sobre dos quintas de mi universo,
entre los astros,
tú alma, puede bajarse la bragueta.

Dormirse hasta el verde del próximo semáforo,
dentellar el verde de los postes,
pastar el verde de los prados,
inhalar el verde de los campos…
tú alma, deja de ser gris,
y es verde.

No es esperanza, es verde.
Es el verde que no tiene la gente,
es el verde de hoy,
el verde de la ignorancia deliberada,
el verde, sin el negro que sería saber ya hoy
de qué color será el mañana.

Enrique Urbano.

Dos manos a viceversa


Dejar al principio,
lo que fue final,
lo que dijo y nunca supo,

es poder, y luego creer,
para acabar otra vez,
en un poema al revés…

<poema a dos manos y viceversa>

Ahora, que estamos tan solos,
dime, ¿hacia dónde vamos ahora?
ahora, ¿hacia dónde voy?

¿Coincidimos, o fue el destino?
¿dónde quedó aquel nosotros,
dónde perdimos el todo?

¿Quién nos robó el camino?
el tú conmigo y el yo contigo,
dime, ¿qué nube se lo llevó?

¿Dónde voy, que no haya ido?
tú, que me has dado tanto…
ahora, ¿qué hago contigo?

Se va, y se queda,
me alcanza y me quema,
triste verso, tu poema,
dulce sueño, que me llega…

Imagen

 Enrique Urbano y Navarro Durruty.

Poemas a dos manos (I)


Dulce sueño, que me llega,
Triste verso, tu poema,
Que me alcanza, que me quema,
Que se va y que se queda,

Ahora, ¿qué hago contigo?
Tú, que me has dado tanto…
¿Dónde voy, que no haya ido?,

Dime, ¿qué nube se llevó
El tú conmigo y el yo contigo?
¿Quién nos robó el camino?

¿Dónde perdimos el todo,
dónde quedó aquel nosotros?
¿coincidimos, o fue el destino?

Y ahora, ¿hacia dónde voy?,
Dime, hacia donde vamos ahora?
Ahora, que estamos tan solos…

Navarro Durruty y Enrique Urbano.

 Imagen

Navarro Durruty.

Mi amada en verso


Mi presente de indicativo
es tu futuro perfecto de subjuntivo,
tu forma pluscuamperfecta
es mi infinitivo infinito,
y mi condicional pende 
de la conjugación de tu piel.

Mis pretéritos afligidos lamentan 
no haber coexistido con tus pasados,
mi participio desgasta sus sienes
blasfemando no haber sido contigo,
y mi futuro perfecto solamente desea
que tu verbo siga a mi lado.

Porque pude ser, o haber sido,
o acabar siendo todo aquello
que hubiese sido,
pero no sería quién soy,
de no haber sido vos
quién sois.

Enrique Urbano.

Mamá, quiero ser poeta


Salgo de la casapuerta,
puerta que da al alba,
alba que da a la calle.
calle hasta la plaza,
plaza hogar de Reina,
Reina de las libertades.
***
Permítanme que invente,
que imagine, piense, cree,
algún lugar sobre el mar
dónde perdernos tú y yo,
a charlar de Libertad.

¿Habrá fruta sin árbol,
o hermana sin hermano,
de unión más libertina
que la del poeta,
y su hija, Poesía?

Aquí soy libre.
Aquí el cuerdo calla,
y el lunático escribe.

Llega el Sol, yo al balcón,
y dos tiestos florecidos
a la cabeza del cartero.

Suena y resuena el timbre,
las paredes son de mimbre,
llama al primero, cabrón.

En el espejo, hoy no me afeito,
que huya la vieja del tercero
al verme salir del ascensor.

En cama queda la bruma,
sobre sus piernas, la Luna,
que me consume…

Del canal, un perfume sube,
amarra en la ventana,
son las nubes y el pan.

Me quito y pongo la chaqueta,
bajo cantando por la escalera,
hasta la muchedumbre.

A sotavento vengo,
a barlovento soy,
hoy, como mañana,
voy adónde quiero,
sin saber adónde voy.

        Enrique Urbano.