Respira, respira…


Dejo caer todo:

mi cabeza,

mis hombros,

mi pecho.

Entrelazo mis dedos

y acaricio el cielo.

No abro los ojos.

Nunca abro los ojos.

Me dejo caer…

Me entierro en el suelo.

Soy una muñeca de trapo.

Me pesa todo.

No abro los ojos.

Nunca los abro.

Siempre duermo.

Y me mandan,

me sugieren,

que mis párpados se abran;

y salgo

con las lágrimas quemándome en el alma.

Y ando como si me hubiese quitado de encima

la parte de muñeco de trapo

que creo que era lo mejor de mí,

la mejor parte de mí,

al menos,

para el resto.

Mi sostenida: Fa


Continuación del poema «Do Re Mi».

Fa Mi sostenido 1

Tan hermosas ellas
con sus curvas armoniosas,
con sus cuerpos vibrantes;
en su frecuencia marcada
y en sus vestidos la clave.

I

¿Quién viene a Mi?
Es su prima Fa.
un poco más alta,
un poco más fina.

II

Todas pueden ser sostenidas,
menos Mi, pobrecita.
Muero por tocar a Mi, sostenida,
pero viene a Fa, su amorosa amiga.

III

Son las más cercanas
y gozan de su íntima compañia.
Ellas no te invitan,
bailan solas sin ser vistas.

Reflejo


Eres el animal trasparente,

demasiado luminoso y pálido.

Breve, en un mundo lleno.

 

Burbujas junto al lago

y antiguas abadías que mirabas.

Ser felices no tiene excesos.