Escapar a Marte


Marte vuelve a brillar

en los ríos de la tierra,

en todas las playas del mar,

en las tardes de verano.

 

Los paraísos que deseamos,

tienen un precio que no informan los telediarios,

ni los anuncios, ni los círculos sociales.

Ellos brillan para quedarse con tu tiempo,

Pero allí,

la alegría es color ámbar,

y muchos los lugares para salvarse.

Astromelia


«Astromelias», fotografía por Crissanta.

 

Te busco en la oscuridad
donde ya sé que no estás,

sondeando la incógnita
de la audiencia muda
tras el éter que se vislumbra.

Doy mi mejor sonrisa,
la única
en estos tiempos de bruma.

¿Dónde estás?
Recibo un ramo de rosas.

Y tú, de nosotras,
claveles y lirios,
crisantemos,
gardenias.

Solo el duelo me ha hecho reconocerlas;

sobre todo a ellas,
las astromelias,
que florecen tras días,
en belleza tardía.

Como yo,
que llego tarde
a todas las despedidas,

que entiendo tarde
las pérdidas y las cenizas,

que entierro tarde
las cosas que se terminan.

Tiempo…


Tiempo que a ti no te alcanza y que a mí, me sobra.
Tiempo esquizofrénico que se inunda en mi mente.
Tiempo, solo tiempo: cárcel inmunda de los sueños,
vida corta de la vida misma; muerte prolija de los seres vivos.
El ritmo ligero de la vida,
solo es la ocupación perpetua del tiempo.
Tiempo, solo tiempo…

Tiempo que contemplo de prisa y aún con nostálgica conmoción.
Tiempo que lentamente me reparo a disfrutarlo.
Tiempo que a ti te falta para mentirme,
me sobra para creer todo lo que dices.
Tiempo que a ti te falta para herirme,
y que a mí, me sobra para sanar mis heridas.

Tiempo que a ti te falta y que a mí, me sobra.
Tiempo que hoy vivo y mañana muero.
Haz una brecha en el tiempo y tómatela para ti,
así desaparecerás de mi vida…
¡Buena suerte y adiós!

El ritmo ligero de la vida,
solo es la ocupación perpetua del tiempo.
Tiempo, solo tiempo…

Sin luz en las terrazas


En ocasiones, como ahora, al mirarte
recostada en pijama sobre el sofá,
a oscuras salvo la luz del televisor
alumbrándote
como si la luna se introdujera en el salón;
parece que la vida quisiera quitarse de encima
un poco el sudor y el estiércol,
y las capas de cebolla
que cargamos
fuesen capaces esta vez
de reventar el cristal
de la ventana.

En ocasiones sucede, como ahora,
que el tiempo
se detiene moderadamente
a esperarnos.