Porque la duda es el indicio del descubrimiento.
Porque descubrir no implica haber encontrado lo necesario.
Porque hay necesidades que no pueden esperar.
Porque quien sabe esperar aprende la esencia del triunfo.
Porque de nada vale el triunfo si no hay con quien compartirlo.
Porque compartir es una virtud.
Porque existen virtudes que llevadas al extremo son defectos.
Porque los defectos son evidencias de nuestra condición de humanos.
Porque esta humanidad no depende de la contextura física sino del alma.
Porque el alma, pura como ella sola, es un abismo de inciertos.
Porque todo lo incierto está fundamentado en alguna verdad.
Porque de verdad me interesas.
Porque no hay interés que no venga con temores.
Porque a mayor temor, mayor demostración de amor.
Porque el amor no tiene restricciones.
Porque restringir es la mejor manera de ser egoísta.
Porque para ser egoísta se debió haber sufrido primero.
Porque el sufrimiento es inevitable.
Porque no es necesario evitar el dolor pero sí superarlo.
Porque superar no es olvidar.
Porque el olvido está condimentado de recuerdos.
Porque no hay recuerdos buenos ni malos, solo pasados.
Porque lo que pasó alguna vez nos ha formado.
Porque para formarse correctamente se necesita disciplina.
Porque ser disciplinado conlleva sacrificio.
Porque de nada sirve sacrificarse si no es claro el objetivo.
Porque establecerse metas no sirve si solo las escribimos.
Porque cuando las letras se esfumen, solo queda uno mismo.
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