La puerta


Un mar de preguntas


¿Cuántos ríos llevas derramados
sobre ti?
¿En cuántas ocasiones te has bañado
en sal,
sin que tu cuerpo roce la orilla?
¿A cuántas criaturas habrás dejado maravilladas,
al cruzarte bajo el fondo, dibujando el contorno
de una nueva silueta en la biosfera marina?
¿De qué manera habrán echado a volar las aves
si han querido evitar erizarte la piel?
¿Cómo se posó el polvo sobre ti
y rebotó hasta el cielo para convertirse
en partículas osadas, brillantes y mágicas?
Un mar de preguntas, un piélago de ti.

Te cuento mis porqués


Porque la duda es el indicio del descubrimiento.

Porque descubrir no implica haber encontrado lo necesario.

Porque hay necesidades que no pueden esperar.

Porque quien sabe esperar aprende la esencia del triunfo.

Porque de nada vale el triunfo si no hay con quien compartirlo.

Porque compartir es una virtud.

Porque existen virtudes que llevadas al extremo son defectos.

Porque los defectos son evidencias de nuestra condición de humanos.

Porque esta humanidad no depende de la contextura física sino del alma.

Porque el alma, pura como ella sola, es un abismo de inciertos.

Porque todo lo incierto está fundamentado en alguna verdad.

Porque de verdad me interesas.

Porque no hay interés que no venga con temores.

Porque a mayor temor, mayor demostración de amor.

Porque el amor no tiene restricciones.

Porque restringir es la mejor manera de ser egoísta.

Porque para ser egoísta se debió haber sufrido primero.

Porque el sufrimiento es inevitable.

Porque no es necesario evitar el dolor pero sí superarlo.

Porque superar no es olvidar.

Porque el olvido está condimentado de recuerdos.

Porque no hay recuerdos buenos ni malos, solo pasados.

Porque lo que pasó alguna vez nos ha formado.

Porque para formarse correctamente se necesita disciplina.

Porque ser disciplinado conlleva sacrificio.

Porque de nada sirve sacrificarse si no es claro el objetivo.

Porque establecerse metas no sirve si solo las escribimos.

Porque cuando las letras se esfumen, solo queda uno mismo.

Silencio


el silencio responde mis preguntas

no siempre lo entiendo,

pero le escucho atentamente

Preguntas


¿Qué es eso que respira desde tu boca
e inspira en la mía no solo el deseo
de trepar sobre las nubes
y de volar más lejos que el sol,
saltar sobre el mundo y los mares,
las dunas y los desiertos,
llenar una bolsa de regalos
con caracolas, conchuelas y arena salada,
de sentir como niño este amor
que se desborda de mi
como un afluente salvaje de ríos,
espuma y torrentes,
que me hace sentir como un hombre especial
aferrado a su suerte,
sin siquiera merecerla?

¿Qué es eso que me llena la boca del sabor dulce
de tus besos,
cuando ni siquiera eres mía
y no puedo robarte más que una mirada
en la ocurrencia,
o cuando acaece algún eclipse poblando todo
de luces y sombras,
o cae desolado un rayo en el mismo lugar agreste
del descampado?

¿Qué es esto, lo que me sucede,
lo que me impulsa a buscarte
en las multitudes,
lo que me hace gritar tu nombre
en los sueños y los sobresaltos,
en la profusa fricción de la corteza de la tierra,
en la brutal mortalidad de los terremotos,
en el crepúsculo boreal de los hemisferios,
en la majestuosa aniquilación de los maremotos,
en las montañas del lado oculto de la luna,
en el circulo de fuego del sol,
en las estrellas y sus constelaciones,
en cada aparición, en cada respiro,
en cada palpitación,
lo que incuba en mi interior
el eco de tu nombre retumbando
como la sensación angosta de tu vertiente
abriéndose a mi vida?

¿Qué es esto que respira desde tu boca
y que yo lo siento como si fuera mío?

Alejandro Cifuentes-Lucic © Catalejo 2010
Libro: El imperio de la migajas / 2010.

@CifuentesLucic

@Saltoalreverso

Obra: “Soñadora″. Original de Nicoletta Tomas Caravia (España). Acrílico / Lienzo 25 x 25 cm. Colección Privada. Usado con permiso de la autora. Todos los derechos reservados ©.