Ayer me quedé mirando una puerta llena de polvo y me acordé de ti.
No me malinterpretes, la puerta estaba abierta pero al verla imaginé dejarla olvidada mientras ella allí seguía desapercibida entre todas las demás.
Además, todo aquel polvo que la recubría parecía mantenerla en una burbuja de resinas enigmáticas: perfumada y purificadora.
Lo noté porque me dieron ganas de rozarla mientras la atravesaba.
Se quedó a dos segundos de mi piel. Los mismos que necesitaba para dejar de pensar en ti mientras caminaba atravesando el mercado. De repente, lleno de gente. Árboles en mi camino.
Ayer me quedé mirando una puerta llena de polvo, fueron sólo dos segundos.
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