¿Recuerdas?


Caminamos, tomados de las manos mientras la luz nos empapa, un aire de éxito nos rodea y los miedos se alejan… Volteo la mirada hacia arriba y descubro un cielo teñido de un magnífico y único azul. Por un momento creí que un mar tropical nos cobijaba, mas sólo estaba sorprendido por la belleza de ese cielo. ¿Nubes? Tal vez debían estar allí, no lo sé, por primera vez no me interesaba su existencia.

Seguimos caminando. Todos sonríen, todos a nuestro alrededor. ¿En qué momento todo se había tornado tan pacífico y colorido? Parecía sacado del final feliz de una novela. Volteo mi mirada hacia abajo a mi izquierda e identifico mi mano sosteniendo la de mi hija, quien en silencio desplaza su vista examinando todo a su alrededor. Presto atención a su dulce rostro y detecto una sutil sonrisa en él. Me contagia, sonrío también.

Caminamos, pero no entiendo el contexto en el que me encuentro. Es mágico, agradable, soñado… Soñado… Exacto, ¡soñado!… ¡Estoy soñando! ¡Sin duda alguna esa es la explicación para todo esto! Vaya vaya, reconozco que esta lucidez supera con creces cualquier otro sueño que haya tenido. Me detengo para tocar el suelo, es suave, ni seco ni húmedo. Me reclino para olerlo, es fresco, como recién acabado de regar pero sin estar mojado. Pienso que mi cerebro ha hecho un trabajo excepcional.

Estando en el suelo, me hinco y abrazo a mi hija. Hasta soñar con ella es agradable, esta lucidez es magnífica. Al separarme la miro a los ojos, ella responde también y mira directamente los míos.

—Corazón, ¿te gusta este lugar? —le pregunto y comienzo a señalar el escenario a nuestro alrededor.
—Sí papá, me encanta. Las personas, el cielo, los colores, la luz, la paz… la paz.

Mi hija observa todo a su alrededor y su sonrisa cambia súbitamente a un rostro de extrañeza, de duda. Parecía que había algo que no entendiera o la inquietara.

—¿Qué sucede mi vida?
—Papi, ¿crees que encontremos a mamá aquí?

Su pregunta me toma por sorpresa, hacía un año que no hablábamos de mamá. Pienso en que es sólo un sueño, pero la mirada de mi hija me convence de sus sentimientos, su pregunta va en serio.

—No lo sé corazón, pero sabes, siento que aquí todo puede hacerse realidad.
—Yo también pienso lo mismo papá. Quiero verla.

Le sonrío de nuevo sin decir una palabra más. Me levanto y la insto a seguir caminando. Mientras lo hacemos, noto que mi hija dirige sus esfuerzos a observar todo. Es mi sueño, pero mi hija parece tener voluntad propia en él.

Para entonces había perdido la noción del tiempo. Tampoco sé cuanto habremos caminado ya. A pesar de que lo que he soñado hasta ahora ha sido una experiencia sobresaliente, pienso que es hora de despertar. No puedo acostumbrarme a un entorno que no es nada similar a mi realidad. Decido mirar a mi hija por última vez e inmediatamente me río internamente, pues sé que pronto la volveré a ver. Sin embargo, noto que ella ya me miraba fijamente…

—¿Papá?
—Sí preciosa, dime.
—¿Recuerdas ese día?
—¿Qué día, amor?
—El día que morimos.

Father and daughter - Patrick (DeviantArt)
Father and daughter – Patrick (DeviantArt)