El lobo


Si está en algún sitio es en tu mente.

Los edificios se han comido la montaña.

La edad adulta, la verdad.

Fingir, esconder, no decir. Disimular.

Disimular mal. Eso es la edad adulta.

La edad adulta es la última regresión.

No hay tres etapas. Hay dos.

Si está en algún lugar, es en tu mente.

Barreras, miedos y fingir de nuevo.

Está en tu mente, no te deja avanzar.

Está otra vez de nuevo aquí. Me ha visitado.

La ‘falta de’ es el lobo hambriento, quizá otro tipo de lobo pringado de ambición y otras cosas de la vida adulta.

El lobo no es el cuento que nos contaron; el lobo es la crónica real de la edad adulta. El lobo nos visita a nosotros, pero lo tapamos, escondemos y servimos en forma de cuento a los niños, que no tapan, esconden ni fingen.

Ellos son el verbo copulativo ser.

Nosotros somos el verbo copulativo parecer.

Y, cuando pase el lobo, espero volver a ilusionarme con el aire; volverle a quitar la semilla al limón, guardarla en algodón humedecido y esperar a que salga raíz y entonces correr a plantarla e imaginar un limonero alto y hermoso mientras le gano tiempo a esas orejas puntiagudas esperándome detrás de la puerta.

Si está en algún sitio, es en mi mente.