Dime, viento


Foto: Benjamín Recacha
Foto: Benjamín Recacha

Cuéntame, mi viento amigo:
¿Dónde se fueron los sueños?
¿Dónde dejé los empeños?
Háblame, me voy contigo.

Sóplame, quiero sentirte.
Ya todo me queda lejos.
Rompí todos los espejos.
Tengo tanto que decirte…

Pero mi boca está muda,
mis ojos quedaron ciegos.
La realidad es tan cruda,
que devoró los sosiegos.

Y dime, mi dulce brisa:
¿Vale la pena esperar?
¿Sirve para algo luchar?
Aguarda, no tengo prisa.

Ya no.

Ay, viento… Nada comprendo.
Hay tantas cabezas bajas,
tantas voces decayendo,
y gritos que son navajas…

Hay tanto rencor oculto,
tanta herida mal curada,
tanta dignidad chafada,
que pensar es un insulto.

No quiero pensar.
Ya no.
Ni saber.
Ni sentir.
Ya no.

Viento, dime: ¿tú lo sabes?
¿Qué nos depara el futuro?
¿Superaremos el muro?
¿Encontraremos las llaves?

He esperado año tras año…
Han saltado tantas chispas…
Pero el fuego nunca prende.

Ya no sé de qué depende,
que reaccionen las avispas.
Dóciles en el rebaño.

Pero ya no importa.
Ya no.

Llévame, viento a volar.
Sácame de este lugar.
No quiero ver ya más gente
con esa mirada ausente.

Llévame ya, sin demora,
antes de que acabe igual,
con el yugo y el bozal.
Siento que mi alma llora.

No quiero llorar.
Ya no.

No es pena lo que yo siento,
sino un pinchazo de ira.
¿Todavía tengo aliento?
Mi dignidad aún respira.

Mi viento, sé un huracán.
Llama a tu amiga tormenta.
Poned fin a tanta afrenta.
Se acabó implorar el pan.

No me rindo.
Aún no.

Neebligitaj


Y si me pierdo
y si te vas
y si te busco
tú ya no estás
no me hables de destrezas
que yo no soy
santo ni presa.

No me juzgues
antes de tiempo
ni te desvistas
de alma y cuerpo
no necesito
de confesiones
tus verdades
no son posesiones.

Y que te quedas
o te marchas
que se abre el fuego
de mis llamas
te sujeto
de los labios
tú me muerdes
yo te rapto
yo no bailo
en las iglesias
ni te dedico
a ti estas letras.

Solo me escapo
solo me tiento
solo te abrazo
sé que lo intento
tú me reclamas
y se te olvida
que fuimos dos
en otras vidas
quizás amantes
quizás esclavos
yo un dibujante
sin un centavo
tú la dama ardiente
de las alcurnias
mujer pudiente
dueña de lluvias.

Robar mis apetencias
fue tu pecado
las ocurrencias
de un mal pensado
que te pidió el sol
me diste sabia
el pudor
te di mi rabia.

Pero no pidas
lo que no sé darte
tampoco pongas
un estandarte
con mi nombre
y mis respuestas
yo no soy hombre
de historietas
ni aparezco
en escenarios
soy un mito
irrevocable
soy la sed
de un indeseable
no creas que
yo no te pienso
y que con versos
yo tengo sexo.

Perdóname
pues con el tiempo
te hartarás
de este momento
olvídate
de los refranes
que no hay inviernos
sin huracanes
no hay paz adentro
sin libertades
no hay sentimientos
sin tempestades.

Anhedonia


La semana se acaba, de golpe y quedo en nada
me obscurezco desde adentro aunque haya escampado;
hace mucho que no amanezco.
Innocuo yago cooperando a los hechizos,
entregándole mi alma a los mismos diablos
con los ojos en el cuerpo y la mirada en los secretos,
se me escapa la vida de las manos.
Sin querer serlo me convertí en las horas
una anhedónica angustia que no se siente,
donde la vida me parecía redundante
en las lagunas frías de mis errores
ambivalente en medio de sus caras
haciendo trueque con mis dones.