Déjà vu


Yo estaba en aquella boda con un vestidito corto de estopilla amarilla caminando entre la gente. Tenía poco más de siete años según mi mejor recuerdo. Las muchachas corrían de un lado para otro con sus vestidos de satén color marfil y mangas largas de organza. Algunas eran tan jóvenes que usaban zapatos de tacón por primera vez. Las oí comentar sobre el magnifico ajuar que la novia llevaría consigo a su luna de miel y a su nuevo hogar. Decían que su ropa blanca, camisones, batas, pañuelos y enaguas habían sido bordados con sus iniciales por su propia madre y que las sábanas, toallas y manteles con el monograma de los futuros esposos por las religiosas del Perpetuo Socorro. Cuchicheaban sobre lo que pasaría en la noche de bodas. La novia nerviosa llamaba a la madre, quien guardaba la compostura ante tanto desorden. Le preguntaba si había metido en su equipaje sus peinetas de nácar. Ella acariciándole el pelo dulcemente, le aseguró que todo estaba en su lugar. Observó que su hija estaba ojerosa por no haber descansado lo suficiente la noche pasada, por causa de la excitación que el matrimonio le provocaba. Le dijo que ya era hora de prepararse para la ceremonia. Caminaron hacia una recámara inmensa, amueblada con muebles blancos y en la que había un maniquí con un precioso vestido blanco de seda, y aplicaciones que se prendían con azahares. Yo miraba por una rendija de la puerta. ¡Me quedé boquiabierta ante tanta belleza! La madre desabrochó el vestido con mucho cuidado removiéndolo del maniquí mientras la novia se quitaba la bata. Luego la fue vistiendo poco a poco. La sentó enfrente del espejo y le colocó una mantilla larguísima, más larga que el vestido. Luego la besó en la frente y la ayudó a levantarse. Una vez de pie la tomó por ambas manos y la miró de pies a cabeza como para dar su aprobación final. Luego la abrazó muy fuerte. Salieron de la habitación y caminaron por un amplio pasillo, en donde las muchachas entre risas y juegos, se ponían en orden para desfilar. Una mujer les daba unos ramos de rosas blancas. A la novia le dio uno más grande de rosas rosadas, tules y azahares. El padre se acercó orgulloso y la besó en la frente. Entonces caminó llevándola de su brazo. Afuera estaba el novio guapísimo con su traje y un lazo negro en el cuello. Sus amigos esperaban con él también elegantemente vestidos. Una vez terminada la ceremonia empezó la fiesta.

***

Esta tarde mamá quiso enseñarme un álbum de fotografías viejas. Parecía que la nostalgia le hubiera ganado. Cuando iba pasando las páginas vi una foto en blanco y negro de la boda que tanto me había impactado cuando era niña.

—¡Yo estuve en esa boda!—exclamé emocionada.

—¡Imposible!—dijo ella—. No habías nacido. Era la boda de tu abuela.

No quise discutir con ella. Yo estaba segura que había estado en esa boda. Miré la fotografía con detenimiento y allí en una esquinita estaba yo sentada con mi vestidito corto de estopilla.

Amantes


Amantes

CRASH!!!


Poema

 

           a

 

          las

 

 

      ganas

 

 

                       de tirar por la ventana

 

 

              la

 

 impresora

 

 

 

 

                                <atasco papel>

                                <atasco papel>

 

 

 

CRASH!!!

 

 

 

 

 

Escena película: Trabajo Basura director Mike Judge
Género: Comedia  Año:1999

Hacerse un Warhol con una cita de Bertolt Brecht


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Hay hombres que sueñan un día y son buenos. Hay otros que sueñan un año y son mejores. Hay quienes sueñan muchos años y acaban recluidos en su propia pesadilla. Pero hay los que sueñan toda la vida, esos están locos y por eso se les persigue.

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Hay artistas que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y no valen nada. Pero hay los que luchan toda la vida, esos que incluso rubrican con la propia sangre a manos del enemigo.

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Hay leyendas que se cuentan un día y son buenas. Hay otras que se cuentan un año y son mejores. Hay algunas que se cuentan muchos años porque son muy buenas. Pero hay las que nos cuentan toda la vida, esas son las insoportables.

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Hay hombres que mienten un día y son buenos. Hay otros que mienten un año y son mejores. Hay quienes mienten muchos años, a sabiendas de ambas partes y sin que parezca importarle a ninguna de las dos. Pero hay los que mienten toda la vida, esos representan a la más antigua fidelidad del hombre.

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Hay soldados que disparan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año entero sin hacer un solo disparo. Hay quienes hacen la guerra muchos años sin saberse nadie su enemigo. Pero hay los que disparan toda la vida, esos nunca fueron soldados y también son peligrosos.

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Hay castigos que duran un día y son buenos. Hay otros que duran un año y son mejores. Hay algunos que duran muchos años, y son muy buenos. Pero hay tu sola presencia, eso le confirma la perspectiva de las cosas al más abnegado de los mártires.

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Hay hombres que vencen un día y se convierten en villanos. Hay otros que vencen un año y se hacen mejores. Hay quienes vencen muchos años y se transforman en demonios. Pero hay los que nunca llegan a ninguna parte, a veces se suben a los altos más extravagantes y también son impredecibles.

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Hay mujeres que te quieren un día y son buenas. Hay otras que te quieren un año y son mejores. Hay quienes hacen de ti una persona mejor antes de marcharse, y son muy buenas. Pero hay las que se quedan contigo para toda la vida, esas son las que nos salvan.

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Hay lecciones que duran un día y son buenas. Hay otras que duran un año y son mejores. Hay algunas que se prolongan muchos años y son muy buenas. Pero hay las que duran toda la vida, para esas siempre ha sido demasiado tarde.

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Entre Castillo y Castroviejo

Éramos


Riego el riesgo.
Planeo precipicios.
Asumo las ventanas diáfanas
de ser;
y sur en tus ojos.

Fuimos.

Tormenta


Llega la noche, pero la de verdad, la que te oscurece el alma mientras ni siquiera sabes que sabor tiene la tierra que pisas. Desnudo entre sombras de dolor veo caer los naipes de mi castillo de náufrago. Resuenan voces en lo que antes fue mi conciencia que recuerdan que alguna vez fui alguien. En medio de la tormenta sin barco ni patrón soy un marino de polvo. Dicen que si atraviesas la tormenta eres otra persona, no sé si aspiro a tanto, quizá lo primero sea ver gaviotas de grandes alas blancas o tal vez sea todo más sencillo. Tal vez sea solo devolverme a mí mismo y sonreír.

Una vez tuve un amigo, se fue alejando al paso de mis mentiras de color cereza. Si tan solo fuera eso, pero no es tan fácil, se fue llorando con la amargura de la pérdida y del engaño. La cadencia del tiempo repercute en mi mente, todo es infinitamente lento. Me ahogo en cada bocanada de aire que respiro pues no soporto la densidad en que he convertido todo. Miradas, abrazos, ayudas… todo pesa como el plomo y me hunde en mi tormenta. La tormenta de arena o agua, no la distingo. Solo soy un marino de polvo.

Título oculto


sin titulo
Técnica mixta sobre cartón 50 x 70 cm.

Figura intencionalmente incompleta. Porque a veces es bueno no buscarle sentido a las cosas.

Tiene título, pero está oculto. No en la obra, sino en mi cabeza. Para no condicionar la subjetividad de mis amigos, autores y seguidores de Salto al reverso.

Si alguien se atreve a nombrarlo bienvenido sea, y quizá después me anime a revelar su verdadera identidad.