Salto del delfín


Creencia


Olvidando el aislamiento


Nuevos astronautas


 

Fantasmas


En un #SaltoAlAislamiento se encerró en el ático de su hogar. Su mujer recién había muerto por un virus y su futuro hijo ya no iba a nacer. También le habían despedido del trabajo y el perro había muerto dos meses atrás. Como si fuera poca la desgracia, la cuenta del banco estaba en ceros y faltaba poco para perder la casa. Estaba cerca de que le cortaran la luz y ya no tenía agua.

A excepción del ático, toda la casa le recordaba a ella. Para él, el ático era un lugar tenebroso y oscuro lleno de demonios y fantasmas. El ático era el peor lugar para estar, pero era el único en el que no estaría solo.

Los demonios no se hicieron esperar. Copiando la voz de su amada, le pedían directamente al oído que la alcanzara. Le pedían que fuera listo y que se reuniera con ella. Le chantajeaban y le prometían amor en la otra vida.

Cinco días aguantó sin comer y sin beber ningún líquido. Cinco días de martirio autoinfligido. Cinco días de escucharle decir a su difunta esposa que le extrañaba. Cinco días de responderle que él también.

Siete meses después, cuando la normalidad llegó a las calles, y siempre después de las dos de la mañana, se les podía ver por la ventana del ático bailando charlestón. Se veían alegres y felices. Enamorados. Cada noche con ropa distinta, pero siempre la misma canción.

Nunca vivió en paz. La muerte le reconfortó. Él fue desdichado hasta la muerte, y feliz hasta siempre.

Sin aliento


Por Melanie Flores Bernholz

Y ya no sopla el viento
bajo el blanco de los cielos
que arrase del arte el cimiento.

Y ya no hay descubrimiento
sobre el oleaje de los mares
que conlleve al arrepentimiento.

Y aunque así sea,
¡sálvese quien pueda!
Que el que dé un #SaltoAlAislamiento
sin aliento se queda.

Mi deseo


Por Anauj Zerep

Es la una y quince de la tarde. El sol brilla en todo su esplendor; sus rayos dorados y cálidos acarician las hojas del árbol frente a mi ventana.

Puedo escuchar en la lejanía el sonido de una melodía, o acaso es mi mente perturbada por el confinamiento al cual estoy sometido desde hace ya unos días, y que ha hecho estragos en mí.

Entresalto las cortinas y persianas, puedo escuchar a mis hermanos decir en voz baja:

—No es conveniente que Ricardo escuche cuándo llamemos a los paramédicos, Su condición ya es muy crítica, quizás pueda empeorar.

No sé sí mi mente me está jugando una mala pasada o si es real.

Lo cierto es que a ratos siento ahogarme; ahora mismo me siento confundido, no sé si sueño o si realmente veo el sol acariciar mi ventana, provocando este calor que me hace sudar.

Hay algo dentro de mí, destruyéndome.

Hace unos días yo era libre… y de repente mi vida dio un #SaltoAlAislamiento.

Quizás algunos dirán que eso es lo peor que puede pasar.

¡No, no es lo peor!

Lo peor es que mantiene confinados los abrazos y los besos. Es también estar mentalmente aislado entre los delirios febriles y la lucha por vivir; es extremadamente agotador.

Mi mayor deseo es sentir la tibieza de un abrazo y la paz que brinda. Diecisiete días han pasado y pareciera que son siglos; tanto que mi alma solo anhela su preciada libertad, aunque tenga que morir.