
Cierro los ojos… y
Escucho el silencio,
Acaricio el viento,
Huelo la lluvia,
Admiro la armonía,
Saboreo la libertad…
De mi patria sin fronteras.
Una paleta de colores vívidos y sonidos difusos,
que fuimos sentenciados a percibir
por el resto del existir.
La falacia a la que fuimos sometidos
persistió por mucho tiempo.
Fuimos negados al deseo
de alcanzar una percepción de mayor extenso.
Decretaron que el placer de nuestros sentidos
viviría en cuatro fragmentos,
y la efusividad por descubrir algo nuevo,
era solo un delirio del miedo.
A paso confuso de cangrejo
nos trasladamos por el tiempo,
hasta dar con aquellos saberes
que dieron fuerza a la realidad,
de que sentir mucho nunca esta mal.
Ver reflejado un dulce aroma en la viva imagen cargada de color.
Compactar en memoria el dulce sabor del beso con la textura de su origen.
Escuchar el sonar de un amor pasado y abrir los ojos para dar cuenta de que puedes verlo.
Una dulce estabilidad que esté latente en nuestra capacidad,
ser libres en la búsqueda y la curiosidad,
sentir todo lo que podamos,
vivir hasta el epílogo con el amor por el recorrido.
Escrito por: Yuruán Silva
Sobre la esfera,
gira lenta
la luz.
Halla
la temperatura
tibia y perfecta
para besar.
Encuentra tersa
la superficie,
descubre aromas
a especias,
sabor a azúcar
que provoca estrellas
y cien burbujas
a punto de explotar.
Semeja un recorrido
lunar.
Semeja besos de leche
sobre pieles vainilla
y la claridad suave
que precede al momento
de oscuridad.
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