La abadía y su reinado me dejan la conciencia de toque;
hasta la novena jugada cuando por fin inicia el trote,
cada paso dado, construyen un estado consciente.
Alerta.
Despierta.
¡Respira!
No se detiene.
Justo en el sueño es cuando aún más ruido ejecuta,
máquina del futuro que parece de carne componerse.
Entrañas vivas,
células muertas.
Que áspera se siente la cabeza.
Bidones vacíos, personas desnudas,
una cáscara llena de inconformidades atómicas.
¡Estallido!
Soles fríos.
Espacio caliente.
Estrellas que cantan.
El silencio es tan profundo
que a los planetas escuchas hablar.
No quieren callar.
Susurran en zumbidos
y hacen que los cuerpos vibren.