
Llamadme Manuel .
Vendo
por un jueves cualquiera un osario de días.
Interesados: llamen a gritos al tren que se va.
Y espere.
Soy las 9:15.
Y lo voy a congelar por si luego vale (como la comida)
en un papel
arrugado heces días. Escribo: “He visto
algo parecido a un colibrí en una furgoneta de un matadero:
el costillar rojo sobre el negro de la caja,
el blanco todavía
del mandil del carnicero saliendo de la sombra,
un cubo azul eléctrico
con no sé qué dentro (imagino cosas blandas
que pesan*)”
Hay algo amarillo que no escribo.
Sí, algo amarillo,
que se me olvidó anotar en el recuerdo naranja.
Y la luz oblicua de la mañana y las largas sombras de invierno y el vaho de
las alcantarillas y yo
que no sé para qué, ni por qué
veo en ellos un cuadro cubista y una cierta
simetría conmigo –caníbal-
que me entran ganas de comer una manzana.
* Cabezas de pollo, cartílagos, grasa y huesos pequeños que triturarán y mezclarán en hamburguesas para que la gente-rápida Tragabolas ®
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