Regresando a papá


girl-1641215_960_720

—¡Lucía, ven! Tu padre está muriendo —dijo la madre alterada del otro lado de la línea telefónica.

La mujer iba manejando y decidió regresar a la ciudad para acompañar en sus últimos momentos al hombre que toda la vida había sido su amigo, su guía, su salvador. Mientras conducía se agolparon mil recuerdos, tratando de salirse todos a la vez. Se veía a sí misma cuando apenas tenía dos años, acurrucada en el pecho de su padre. Recordaba cuando la sostenía en brazos para llevarla a la cama y la arropaba. Evocaba cuando la alimentaba, cuando la llevaba al colegio. Fue a él a quién le comunicó que le había llegado la menstruación y él fue quien le compró las primeras toallas sanitarias. Era él quien la buscaba a dónde fuera cuando tenía dolor de hijar y le ponía una bolsa de agua caliente para aliviarla. Él la recogió cuando regresó golpeada, cargando a un niño y se hizo cargo de los dos.

El padre había tenido una vida larga —y en contra de todas las apuestas—, la crió a ella y hasta a su hijo. Su padre omnipresente y sabio. Siempre en silencio, cuando abría la boca su consejo era como un mandato porque nunca se equivocaba.

###

—¿Lucía, me escucha? —preguntó la enfermera del hogar de ancianos.

La anciana asintió con una sonrisa en los labios mientras hacía una señal para que la enfermera se acercara. Como casi no la escuchaba, pegó su oído a la boca de la vieja.

—Mi padre ha venido a buscarme —dijo y enseguida expiró.

Imagen: Pixabay

Copitos de miel


honey-356482_960_720

—Mamá, cómprame copitos de miel —suplicó la pequeña Lisa mientras tomaba la mano de su madre y la dirigía a la dulcería.

—Está bien, hija. ¿Cuántos quieres?

—Quiero treinta.

—¿Treinta? Eso es mucha azúcar —opinó Graciela.

—No son para mí, madre.

—¿Entonces, para quién?

—Para mis compañeros del colegio.

—¿Hay una fiesta? La maestra no me ha avisado.

—No, es para endulzarles la vida.

—¿Por qué? No entiendo qué te propones —preguntó la madre, intrigada.

—Mamá, ayer se burlaron de un niño negro, de una niña hispana y de otra musulmana. Ellos lloraron mucho y eso me entristeció —explicó Lisa.

—Pues si quieres consolarlos solo necesitas tres dulces —dijo amorosamente la madre.

—No, los treinta que necesito son para quienes se burlaron, porque ellos no tienen amor en su corazón, porque sus padres les han enseñado a ser injustos, porque les hace falta dulzura en el alma. A los otros tres, los abracé ayer mismo y les prometí que no estarían solos.

Imagen: pixabay.com (CCO Public Domain)

https://pixabay.com/en/honey-sweets-pie-356482/