Tiempo atrás, el lirio blanco se balanceaba
entre las zarzas. En el Jardín de las Adelfas
entre nardos y azucenas, bailaban rosas,
claveles, celindas, pensamientos, narcisos
y cardos. Dos pasos errantes destrozaron
gran parte de sus ramas mas el lirio se
recompuso. Llenaba su pequeña corola de
agua, allí vendrían los gorriones a beber
llevándose las perlas de su cabeza entre
sus piquitos dorados. Sus maltratadas hojitas
no servían para lucirse, aunque taparan a las
hormigas de las lluvias más violentas. Las hormigas
agradecidas, regalaban a su tronco una lluvia de
cosquillitas de cerezas.Tiempo atrás, al lirio
blanco lo quisieron cortar para ponerlo en un
jarrón de cristal. Prefirió hacerse invisible
haciéndose una lamparita para todos los insectos
voladores y hormigas que ansiasen verlo brillar.
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Nacimiento de la diosa Soledad
Condenada al desconsuelo
se esconde en la oscuridad.
Sin proporcionalidad
amó y tanto retó al cielo,
y tanto, tanto amó al fuego
—guardó luz en su interior.
Ardiendo desde su flor
germinó el desasosiego.
Una puerta llena de polvo
Ayer me quedé mirando una puerta llena de polvo y me acordé de ti.
No me malinterpretes, la puerta estaba abierta pero al verla imaginé dejarla olvidada mientras ella allí seguía desapercibida entre todas las demás.
Además, todo aquel polvo que la recubría parecía mantenerla en una burbuja de resinas enigmáticas: perfumada y purificadora.
Lo noté porque me dieron ganas de rozarla mientras la atravesaba.
Se quedó a dos segundos de mi piel. Los mismos que necesitaba para dejar de pensar en ti mientras caminaba atravesando el mercado. De repente, lleno de gente. Árboles en mi camino.
Ayer me quedé mirando una puerta llena de polvo, fueron sólo dos segundos.