Etéreo


A paso

lento, muy lento

nadie sabe.

Al lado de los grillos desaparece

—exactamente—

sobre el tilo en flor donde

las ideas se hacen espesas y lisas.

Justo ahí, se abandona, y

casi pertenece

a la máscara en los bosques que tocan

al mar

y lo llevan consigo.

En las montañas habitan pasos.

Los monos abren el aire y el agua

donde lavar su conciencia

(según la ciencia de los mosquitos).

Y así, la gota

se desliza sobre la piel

del animal herido

y se confunde con

lágrimas

que brotan de los ojos de los borrachos

al contemplar tanta belleza

lloran

En seguida, se bajan los cierres de los bares

alcanzados por los bordes de la claridad

a la que sucumben las joyas.

Entonces

da un salto grande demasiado

grande al abismo.

Y

apenas

roza por un  momento

—etéreo—

el olor de la alegría.

Porque nací


vertigo

Porque nací con instinto suicida

tengo una constante voracidad de infinito

que me acerca a las estrellas

y a las vías del tren. Quizá, si fuera aviador,

no tendría que asomarme a las ventanas

en un intento infantil de arrimarme al horizonte.

No tendría que mirar al cielo

como ave con ala rota,

ni perseguir la sombra de los pájaros.

Abismado, solo intento sobrevivir

a este mundo interior que me aleja,

con eterno anhelo al mar

y una inolvidable melancolía por las montañas.

 

Allí, donde nacen…

Allí, madre, necesito ir.

 

(atardecer, lavanda, colibrí)

 

– Siento perder la vida que me diste

buscando.

 

Nanocuento: AHOGADA


ofeliaEl momento preciso en que dejó de flotar fue al percatarse que lo perdonaría nuevamente.

Imagen sacada de -http://alenar.wordpress.com/2007/05/04/visiones-plasticas-de-la-obra-de-william-shakespeare-por-virginia-segui