Tengo mucho miedo


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La piel se reseca.  No entiendo lo que pasa. Todo es molestia. Este sabor ajeno en la boca incomoda mi espíritu. En estos meses encuentro a mi novio más estúpido. Los labios cuarteados no me dan ganas de besarlo. ¿Lo amo o el enamoramiento ya se acabó?

No soporto que se me acerque. El sexo no está en nuestro itinerario hace semanas.  En un intento por acariciarme lastima mis senos. La sensibilidad se apodera de mí. Detesto a la suegra y su soberbia ya no la tolero, me da náuseas su presencia. Estoy fuera de control. Los aeróbicos son la prioridad. Eso disminuye mi sentimiento de culpa por comer en exceso. Además me tranquiliza. El cansancio me vence, no sé si por la rutina de ejercicios o por esquivar a William cuando se pone apasionado. Me molesta tanto o más que los paparazzi.

Cuando te aprendes a querer, el amor a los demás debería ser menos complicado. Para mí ha sido lo contrario, los defectos de mi compañero se han magnificado. Espero que esto pase pronto. El espejo y las amigas me han dicho que he cambiado. Soy otra. No hay vuelta atrás. Es una transformación inimaginable. Casi nada me satisface. Estoy más exigente con los demás. Soy un saco de dolores, de cabeza y espalda, hemorroides, acidez, calambres. La espera de estos gemelos es un trauma. Si ahora es así, no quiero imaginarme dentro de unos meses cuando pierda mi figura.

El dinero me hace falta, pero esto de subrogar mi útero a una famosa pareja gay de Hollywood ha sido una locura. No soy homofóbica, todo lo contrario. Simple, creo que no estoy preparada aún para traer a nadie a este mundo. Tengo mucho miedo.

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