A quienes están
Y llegó el día.
Durante la semana se habían alineado
todos los planetas. El universo escribió
en el horizonte más cercano, con tinta
índigo. El día olía a tierra y agua.
El petricor caló las ropas y el cuerpo.
Era el momento de engrasar las botas,
vestir el cuero y saltar hasta la mañana.
Era el momento de la cerveza sobre la ropa
y la batería marcando el eco. Era el momento
de celebrar la música y que bailaran todas
las estrellas de la galaxia.
Pero ni su voz marcó el compás,
ni la niebla empañó el día de pizza italiana
con trufa y brindis de las copas de vino.
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