La venganza de Filoctetes


«Filoctetes en la isla de Lemnos», por Jean-Germain Drouais (1738) (CC0).

En la lejana isla del Egeo,
aguarda el hombre, la herida,
y el arco del reducido griego
que perdonaría al muro,
y al joven Neoptolomeo.

El vengativo comprende,
en el alto espíritu de Alceo,
que su flecha en Troya será de otro,
y nunca del falsario Odiseo.

—La venganza de Filoctetes—

Un poema para mi bienamada


Un poema para mi bienamada

Carecí de vitalidad
para escribirlo.

Me dije:
un corazón roto,
es solo un corazón roto.

Rafael Velazquez.

Silencio


Uno se pregunta si alguien pudo haberla salvado. Quizás habría bastado una mano anónima. Quizás mi mano pudo ser esa mano, pero no lo fue, como tampoco lo fue la de nadie. Pero es que tampoco uno se imagina, que tras aquella argentada sonrisa un alguien se asfixiaba – Silencio –

Junior R. Velazquez L.

Cuando el hombre ha muerto


Un saco de pus, sangre y mierda
orina mansamente
 —Cuando el hombre ha muerto—

De lo huidizo y el beso robado


Lo siento… se escapa el beso, como se escapa el agua de la mano que se abre o se cierra, y el presente si es o no es pensado. -De lo huidizo y el beso robado-

Junior R. Velazquez L.

Porque un poco de tristeza no basta


La patética sinfonía de un ruso,
los versos más tristes,
y un poco de whisky
para mayor decadencia.

En definitiva ha de ser vasta
—Porque un poco de tristeza no basta—

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Junior R. Velazquez L.


A la siesta de un cronopio,
Somos ese estado de ánimo
Declarado irresoluto.

Donde hemos sido:
El enigma,
La cerrazón,
Y el beso postergado.

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-Junior Velázquez-
19.04.2014