Yo quise ser yo.
El miedo botó y me encerré en mis trece,
en esa edad me quedé
en un martes exactamente de esa edad en donde me prometí destinos que no entendía, pero aparentaban ser alegría en esta sociedad donde mi cuerpo residía.
No me lo pregunté y me oculté sin saberlo.
Acabé siendo un niño por no haberlo sido antes, pero un niño con antiguas estelas de un alma infantil e ingenua con capas de roca y pesadillas que no fueron acariciadas ni escuchadas.
Y menos por mí mismo.
Ahora lloro, para qué echar balones fuera si yo soy responsable de que todo sea como es.
Yo me afecto de tal manera que reacciono para que todo fuera de fuera y no de dentro.
Intentaré recoger todo aquello que un día fui y nunca quise dejar de ser, ¿o sí?
Etiqueta: #vivirelarte
Cara y cruz
Jugando a cara o cruz, al caracol le tocó cruz, fingió una sonrisa y continuó por el camino que la babosa le dejó marcado. Él no quería sentirse solo y en la compañía vio fantasmas que jamás creería que vería. Último puesto, por supuesto. La claridad se tornó interna y la oscuridad salió a la luz. Ya nada importaba, o sí pero no —el caracol lo entiende—, la ayuda era inútil y sus impulsos se quedaron enterrados por miedo a perder la ilusión, y ahora casi la pierde. Nada entiende el caracol, tanta vida para quedarse mudo, el señor trotamundos se quedó mudo, dejó de trotar y ahora solo quiere dormir y soñar. Fue con alguien, pero a veces sin él y solo sigue y persigue por afán a que alguien más, además de su marca le diga que existe. Se dio cuenta de que aunque le digan que existe de nada vale si ya no existe. Nada sirve mejor que su marca para saber qué existe y que existió.
La Gran Magia

Pulula prudentemente,
buscando almas, bocas, manos;
a aquellos seres humanos
cuya esencia, cuerpo y mente
la implementen hábilmente.
Pues, para lograr trascender
y su gran poder encender
debe, con actos u objetos,
llegar hasta otros sujetos
y alguna emoción conceder.
De aceptar y abrirle paso,
si algún resultado es cierto,
es lo que llaman fracaso.
Pero transcurrido el caso
habrá luz tras el ocaso.
Y, gracias a esa oscuridad,
potenciará su intensidad
mientras nos deje enseñanzas
para futuras andanzas:
resiliencia y humanidad.
¿Por qué atrevernos a hacerlo?
Porque cuando intentemos crear
nos permitiremos recrear
—sin buscarlo, sin saberlo
y aunque no podamos verlo—,
la libertad original
de aquel estado virginal
en que a este mundo llegamos.
Si en la Gran Magia confiamos,
¡todo vuelve a ser marginal!
Inspirado en el libro «Libera tu magia», de Elizabeth Gilbert.
Debe estar conectado para enviar un comentario.